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Rusia: viejo enemigo nuevo aliado


El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen (i), y el presidente de Rusia, Dimitri Medvedev(d).
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen (i), y el presidente de Rusia, Dimitri Medvedev(d).

La cumbre de la OTAN abre la posibilidad de que dos antiguos adversarios de la Guerra Fría cooperen en materia de seguridad.

Rusia y la OTAN podrían empezar a conjurar los viejos fantasmas de la Guerra Fría y sentar las bases para una futura cooperación en materia de seguridad colectiva, según lo discutido durante la recién concluida cumbre de la alianza atlántica en Lisboa.

La histórica cumbre de los 28 países de la OTAN dio pasos significativos, entre ellos el de proponer a los rusos que se sumen a la construcción de un escudo antimisiles para proteger a Europa, un asunto muy traído y llevado de los pelos desde hace años y que tradicionalmente enfrentó al resto del continente y EE.UU. con Moscú.

Según el anuncio hecho al término de la cumbre por el secretario general de la alianza atlántica, Anders Fogh Rasmussen, Rusia se mostró esta vez receptiva a la invitación de “cooperar un día en el derribo de misiles”.

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, dijo en rueda de prensa estar dispuesto a estudiar la propuesta del sistema antimisiles, aunque aún así condicionó la participación de Moscú a que la colaboración se desarrolle “en pie de igualdad y con transparencia”.

Medvedev resaltó la interdependencia de los países en el mundo moderno, la interrelación de las decisiones que se toman en una y otra capital, y advirtió que si no se llega a un acuerdo en torno a la defensa antimisiles en 10 años “habrá una nueva carrera nuclear”, lo que, dijo, no beneficia a nadie.

Rasmussen calificó el hecho de “nuevo comienzo" en las relaciones de dos antiguos adversarios, que según dijo ya "no representan una amenaza mutua", y celebró que ambas partes hayan acordado cooperar además en otras áreas, como la lucha contra el terrorismo, la piratería y la proliferación de armas de destrucción masiva.

La creación del “escudo antimisiles” fue un punto de fricción en las relaciones entre EEUU y Rusia desde que el anterior presidente estadounidense George W. Bush anunció los planes de establecer un sistema de radares en la República Checa e instalar una base de misiles balísticos interceptores en Polonia.

Las fricciones sólo disminuyeron después de que al llegar a la Casa Blanca el presidente Barack Obama anunció una nueva relación con Rusia, canceló el proyecto original y lo reemplazó por un plan más circunscrito a la amenaza de ataques nucleares provenientes del Oriente Medio, especialmente de Irán.

De hecho en esta cumbre de Lisboa, Obama, también dio un nuevo impulso a la relación entre Washington y Moscú además de reforzar los lazos con Europa.

Entre las decisiones más importantes tomadas en la capital de Portugal se incluye además el anunciado inicio de que las tropas de combate de la OTAN empezarán a retirarse de Afganistán a partir del año próximo, y seguirán haciéndolo de forma gradual hasta el 2014.

Otro de los cambios fijados por la cumbre de Lisboa tiene que ver con las nuevas proridades de la alianza en cuanto a asuntos como la lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas, que en el decenio que termina no figuraban entre sus objetivos estratégicos.

En 1999, cuando la OTAN trazó sus anteriores prioridades, tampoco podían concebirse amenazas como las que hoy representan por ejemplo los “ataques cibernéticos”, que ponen el peligro desde la seguridad de las plantas nucleares, hasta el funcionamiento de gobiernos y los servicios básicos a la población.

El documento suscrito en Lisboa prevé que la OTAN trabaje con otros organismos internacionales como Naciones Unidas y la propia Unión Europea, para implementar un plan de defensa cibernética.

Se espera que la denominada unidad de "Capacidad de Respuesta a Incidentes Informáticos" entre en operaciones en el año 2012.

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