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Analistas creen que la democracia de El Salvador depende de las elecciones parlamentarias


Integrantes de organizaciones y movimientos sociales salvadoreños participan en una marcha de protesta contra el gobierno de Nayib Bukele en San Salvador el 22 de enero de 2020.
Integrantes de organizaciones y movimientos sociales salvadoreños participan en una marcha de protesta contra el gobierno de Nayib Bukele en San Salvador el 22 de enero de 2020.

Las elecciones legislativas y el futuro de la democracia en El Salvador fueron los temas de discusión de un panel de expertos, invitados por el Wilson Center, con sede en Washington DC.

Una avalancha de críticas por parte de analistas y opositores políticos en convivencia con altos índices de aceptación entre la población, según diversos sondeos, son algunas de las contradicciones que el gobierno del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, enfrenta en su segundo año de mandato y previo a las elecciones parlamentarias y municipales del próximo 28 de febrero.

Con ese panorama, en la composición del Parlamento, luego de las elecciones, se vislumbra una mayoría entre los partidos afines al presidente, lo que suscita temores sobre ¿Hacía dónde va el equilibrio de la frágil democracia salvadoreña? Así lo planteó un panel de invitados del Wilson Center, un centro de pensamiento con sede en Washington, quienes trajeron a colación los esfuerzos del mandatario para lograr una reforma a la Constitución que le permita la reelección.

Entre los panelistas destacó la presencia de la embajadora asignada por Bukele, para representar a El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga, quien prefirió no hablar del alcance de las reformas que se están contemplando y se centró en defender el trabajo del presidente salvadoreño que, a su criterio ha contribuido al desarrollo del país. Además, resaltó el espacio que ha abierto para que las mujeres participen en la política salvadoreña.

Ahora, las mujeres están más involucradas en la política de nuestro país”
Milena Mayorga, embajadora de El Salvador ante EE.UU.

Mayorga aceptó que en su país hay “una corrupción sistemática”, pero alegó que proviene de los parlamentarios que actualmente componen la Asamblea Legislativa y que se oponen a los planes del Ejecutivo. La embajadora afirmó que ella ha sido víctima de la “violencia política” por su apoyo a Bukele y recordó que aún es miembro del parlamento, al que llegó como diputada del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

También resaltó los esfuerzos en la inversión pública por parte de la administración, así como el desarrollo de infraestructuras, lo cual, según ella, le ha valido al presidente para que goce “de índices de aprobación tan altos” tanto en El Salvador como en el extranjero.

La idea de la embajadora sobre la política de Bukele no coincidía con la que expuso Claudia Umaña Araujo, vicepresidenta del centro de pensamiento salvadoreño FUSADES.

Umaña argumentó que la pandemia del COVID-19 ha ayudado a exponer la forma autoritaria de gobernar del presidente que, “ha gobernado por órdenes ejecutivas fuera del marco legal. Invadiendo los poderes legislativos y desafiando las pautas de la cámara constitucional durante este tiempo”.

Para respaldar sus palabras, Umaña, trajo a colación “el silencio” del gobierno salvadoreño ante el manejo de los fondos públicos para enfrentar la pandemia. Algo que el comité de supervisión, creado por el Congreso ha denunciado y sobre lo que ha emitido un informe preliminar.

Está llevando a cabo una campaña extremadamente bien financiada y organizada, utilizando recursos del gobierno sin rendición de cuentas”
Claudia Umaña Araujo, vicepresidenta de FUSADES

Umaña también resaltó por qué están importante la carrera por los curules de la Asamblea Legislativa, del próximo 28 de febrero, al afirmar que “hay un campo de juego desigual que favorece al partido oficial” por un lado. Según ella el presidente “está llevando a cabo una campaña extremadamente bien financiada y organizada, utilizando recursos del gobierno sin rendición de cuentas”.

Por otro lado, aseguró, que “los partidos de oposición no han recibido aportes públicos para financiar sus campañas”, pese a que es un derecho legal. Umaña explicó que “para junio, el Congreso recién elegido nombrará a cinco magistrados de la Corte Suprema y, en menos de seis meses, al próximo fiscal general que necesitará todo el apoyo que pueda obtener para combatir el crimen y la corrupción”.

Por su parte el empresario y filántropo salvadoreño Francisco de Sola, ante lo anterior, ve algunos escenarios posibles; el primero, dijo, parece bastante claro y es que el presidente y su partido encontrarán nuevos aliados y “obtendrán una mayoría que controle en la Asamblea Legislativa, lo que les permitirá imponer su agenda”.

Sola cree, además, que con este panorama vendrá “un cambio en la Constitución” de la República tal y como quiere Bukele.

Y la otra perspectiva que vislumbra el empresario es que, para mejorar la economía del país que ha sido duramente golpeada por la pandemia del COVID-19, el mandatario podría buscar una sociedad con el sector privado para “tener aliados en la creación de empleos e inversiones”. Sin embargo, esto último es un escenario bastante complejo, principalmente porque “la empresa privada no confía en el presidente”.

Con el control del Congreso por parte de los simpatizantes de Bukele, según de Sola, el país se enfrentaría a un nuevo declive de “la situación económica, serias amenazas adicionales a la institucionalidad, la libertad de prensa y posiblemente un mayor deterioro del gobierno”.

Y finalmente el último escenario, que parece difícil para el empresario, es que la oposición logre mantener un peso influyente en el Congreso y también en las elecciones a alcalde, con lo que habría un equilibrio de poder, ya que las dos facciones influyentes, ARENA y FMLN, tendrían que unir fuerzas contra la oposición para lograr un escenario de negociación y consenso en El Salvador.

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