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En medio del caos se busca la paz en Nicaragua


El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos reportó el miércoles un total de 34 personas fallecidas como resultado de la ola de protestas violentas en Nicaragua.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos reportó el miércoles un total de 34 personas fallecidas como resultado de la ola de protestas violentas en Nicaragua.

La calma parece retornar a Nicaragua, luego de una serie de protestas violentas que dejaron un saldo de 34 personas fallecidas, según el más reciente reporte del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).

Según la organización en defensa de los derechos humanos, el aumento de la cifra previa de 27 víctimas mortales aumentó luego de encontrar más cadáveres en la morgue estatal de Managua de personas que habían sido declaradas como desaparecidas y también se sumaron las personas heridas que fallecieron en los hospitales como consecuencia de las protestas.

Hasta el momento, el gobierno del presidente Daniel Ortega no ha emitido un balance oficial de víctimas desde el viernes, cuando contabilizó 10 muertos.

Precisamente, en honor de las víctimas, un grupo de jóvenes empresarios en Nicaragua declaró el miércoles tres días de duelo e invitaron a las empresas que deseen sumarse a mantener la bandera a media asta y llevar un lazo negro en el pecho.

Las víctimas fueron el resultado de siete días de resistencia contra las reformas anunciadas por el gobierno al Instituto Nicaragüense de la Seguridad Social (INSS) y por el restablecimiento de la democracia en el país.

Las reformas a la Seguridad Social finalmente fueron retiradas por el presidente en medio de una creciente condena de las duras tácticas policiales contra los manifestantes.

Pero, ahora han surgido otros agravios, especialmente el resentimiento por el estilo distante y autoritario de Ortega y su esposa Rosario Murillo, quien es su vicepresidente. Las protestas pacíficas realizadas el lunes y el martes están pidiendo la renuncia del presidente, quien se ha mantenido en el poder por 11 años.

Por su parte, la Iglesia católica aceptó el miércoles ser mediador y testigo de un diálogo propuesto por el gobierno de Daniel Ortega.

El presidente del Episcopado, el cardenal Leopoldo Brenes, dijo en un mensaje ante los medios que aceptan estar en carácter de mediador y testigo del diálogo convocado por el presidente Ortega el domingo pasado "ante las gravísimas situaciones que ha vivido la nación nicaragüense y que se agudizaron la última semana que ha transcurrido".

Ortega invitó al cardenal Brenes y a los obispos para que sean garantes de un diálogo entre el Ejecutivo, el sector privado y los trabajadores.

A pesar de que el mandatario afirmó que no aceptaría dialogar bajo condiciones, el clero hizo una lista básica de peticiones.

"Para facilitar el clima de diálogo consideramos esencial e imperativo que tanto el gobierno como cada miembro de la sociedad civil evite todo acto de violencia, de irrespeto a la propiedad pública y prevalezca un clima sereno y de absoluto respeto a la vida humana de todos y cada uno de los nicaragüenses", abogó el Episcopado en ese comunicado leído por Brenes.

A primeras horas del miércoles, las protestas parecieron disminuir luego de que Ortega hiciera una serie de concesiones, que incluyen la liberación de docenas de manifestantes arrestados, la eliminación de los obstáculos a los medios independientes y el llamado al diálogo.

100% Noticias es uno de los medios a los que se les restableció la señal e incluso recibió la felicitació por el "triunfo de la libertad de prensa" de parte del obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez.

Los caminos improvisados se habían despejado y el tráfico en la capital estaba volviendo a la normalidad. No hubo más saqueos y compras de pánico que hayan caracterizado lo peor de los disturbios durante el fin de semana.

Las escuelas también se estaban reabriendo, después de que el gobierno les ordenó cerrar el jueves a medida que la violencia callejera se extendía a pueblos y ciudades de todo el país.

Pero algunos nicaragüenses adoptaron una actitud de esperar y ver si las tensiones se disipaban o simplemente se calmaban.

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