![Nicolás Ibargüen es ambientalista y productor ejecutivo, fue corresponsal de varias cadenas para Estados Unidos. [Foto: Cortesía Nicolás Ibargüen]](https://gdb.voanews.com/01000000-0aff-0242-029b-08dc69657f21_cx0_cy3_cw0_w250_r1_s.jpeg)
El ambientalista colombiano Nicolás Ibargüen guarda una navaja roja, que heredó de su abuelo, como uno de sus tesoros más preciados porque lo vincula a su pasión por la naturaleza.
Recuerda que, cuando era niño, a los 5 o 6 años de edad, su abuelo lo llevaba de la mano a los parques bogotanos no solo a apreciar la naturaleza y sus maravillas, sino a entenderla. Con esta herramienta, cortaba un pedazo de árbol para explicarle por qué la savia era como la sangre que guardaba el tronco y cuál era la importancia que tenía para el ecosistema.
“Creo que ahí empecé a tener esa conciencia sobre la naturaleza, los otros seres con los que compartimos este planeta y la importancia de los ecosistemas que nos dan la vida”, contó Ibargüen en entrevista con la Voz de América.
Y desde esta época, no se ha desconectado del trabajo por el medio ambiente. Es activista, periodista, productor ejecutivo, expedicionario y hasta organizador de eventos. Fue corresponsal de medios internacionales, pero se autodefine simplemente como un ambientalista.
“Lo que guía mi carrera, mi vida, todo lo que lo que estoy haciendo y lo que he hecho ha sido mi profunda pasión por nuestra relación con el planeta, con la Tierra… Al final del día, los reportajes, los documentales, las historias que he hecho las rige esa pasión por despertar conciencia sobre el tema, por darle como una voz y un foco a la problemática ambiental que estamos viviendo”, explicó este bogotano, de 49 años, a la VOA.
A pesar de que terminó estudiando finanzas, al no encontrar una carrera que llenara sus expectativas en el mundo ambiental, llegó hace 25 años a la revista Semana, gracias a que quería publicar una nota que promocionara la riqueza de las culturas indígenas en Colombia.
“Empecé así, sin quererlo, a escribir sobre temas de medio ambiente. Y ahí descubrí, por primera vez, una forma de poder hablar de estos temas… El periodismo para mí en ese momento se volvió como una forma de poder expresar y de poder vivir esa pasión que tenía yo por dentro”, recordó Ibargüen.
Periodismo, vital para enfrentar la crisis
El Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra el 3 de mayo, la UNESCO decidió dedicar este año al debate global en torno a la libertad de prensa con los numerosos desafíos ambientales que enfrenta el planeta, un tema que según el ambientalista, se han demorado en tratar: "Es un tema que se debió empezar hace muchísimo tiempo con muchísima más fuerza y con muchísimo más recursos".
Y es que para este colombiano, los periodistas ambientales son indispensables en un mundo cada vez más azotado por las catástrofes y donde una sociedad ha normalizado una realidad muy crítica para el presente y el futuro del planeta.
“Es absolutamente esencial que que el mundo se entere lo que está pasando y no solamente para alzar su voz y para demandarle a sus líderes y a los políticos que hagan algo, sino que también entiendan sus propias acciones”, señaló Nicolás Ibargüen.
“Si la gente no entiende la relación que hay entre lo que hace con sus vidas, cómo se alimenta, cómo se viste, cómo se mueve, qué consume, cómo compra, a qué compañía le está dando su voto, a través de la billetera… pues es muy difícil exigir cambio tanto a los gobiernos como a las compañías… que están destruyendo el planeta”, explicó el periodista, quien añadió que allí los medios son los que puedan ayudar a educar a la sociedad para generar un verdadero cambio.
Pero enseñar, dijo, no desde las consecuencias de las catástrofes ambientales, sino hacer un “periodismo serio” que ayude a entender las causas de lo que está pasando y para comunicar “la crisis que estamos viviendo”.
Ibargüen confesó que “la crisis ambiental al final es una crisis espiritual, de desconexión con nosotros mismos, de pérdida de identidad, una crisis amnesia, de olvido… Se nos olvidó que nosotros somos naturaleza, que somos parte de la naturaleza, que somos un pedazo más del tejido de la vida y nos montamos en esta historia de ser el centro del mundo”.
Los desafíos
En general, para Nicolás Ibargüen, ser periodista ambiental en su país y en otras latitudes del mundo no es un trabajo fácil por varias razones. En principio, cree que muchos grupos económicos se están apropiando de los medios de comunicación, y el medio ambiente, como otros temas, queda rezagado. O, al inclinarse los intereses de las fuerzas del poder en los medios, son difíciles de contrarrestar.
Otro de los desafíos, según él, es la seguridad de aquellos comunicadores que enfrentan intereses ilegales y son amenazados en territorios que son vulnerados.
Pero, en su caso personal, lo más retador y hasta aterrador ha sido ver la realidad de frente: “Ver un derrame de petróleo en la mitad de la Amazonía… Ver cómo los glaciares en Groenlandia han perdido kilómetros y kilómetros… Ver las islas de plástico en el océano más grandes que un país, ver los niveles de pesca desmedida y desmesurada y loca que cometemos los humanos diariamente. Ver el maltrato animal por nuestro sistema de comida y verlo normalizado”.
Otro reto que ha enfrentado en su larga trayectoria es hacer contenido que “llegue” a la gente. En este sentido, confiesa que siempre busca formas creativas de poderle llevar los mensajes a las masas. Precisamente, de esta idea nació Elemental, un pódcast que se escucha en 58 países, elaborado en asociación con Exile Content y La No Ficción, cuya misión es contar historias poderosas de vidas que conecten con la temática ambiental y dar a conocer la problemática mundial.
Pero, además, organiza eventos con voceros ambientales a nivel mundial, expediciones, elementos audiovisuales, entre otros, “precisamente con la misión de despertar conciencia”.
Trabajo que genera cambios
A pesar de los retos, el colombiano recuerda momentos muy gratificantes durante su trayectoria, como cuando fue nominado a un premio Emmy por el trabajo “Cartílago de Tiburón, la industria detrás de las pastillas”, una investigación sobre toxicidad de las mismas, lo que generó la prohibición de su venta en dos grandes cadenas en Estados Unidos.
Y cuando fue galardonado, por los mismos premios, por las producciones “La selva amazónica es un paraíso en venta” y “Dentro de la primera cacería de osos en Florida": “Por primera vez, vi que el trabajo que hacía de temas ambientales fuera reconocido por una institución que es respetada”, confesó a la VOA.
Hace poco, recibió el Premio Iberoamericano al liderazgo social en la categoría de "Trayectoria consolidada", por impulsar iniciativas que buscan despertar conciencias para el cuidado del medio ambiente. También produjo el documental premiado "Amazon Gold", además de “When Lambs Become Lions”, seleccionado por el Tribeca Film Festival en 2018.
El actor productor y activista Adrian Grenier, la bióloga marina Sylvia Earle, la cantante Alicia Keys y el vicepresidente de Estados Unidos, Premio Nobel de la paz y ambientalista Al Gore, son algunos de los personajes que han hecho parte de sus documentales sobre el medio ambiente.
“Una caída controlada”
Cuando se le pregunta a Nicolás Ibargüen sobre si hay alguna esperanza de salvarnos de la destrucción, contesta seguro: “Mientras que haya vida, hay esperanza”. Pero reconoce que no es viable si el mundo sigue pensando que los recursos son finitos. En ese sentido, “científicamente no es viable”.
Si la caída es inminente, entonces la sociedad lo que puede es controlar esa caída, según el ambientalista: “Es como jugar jenga… tú le puedes quitar una serie de cubitos, pero hay un momento en que la torre se colapsa y en ese momento es cuando la civilización se viene abajo. Creo que estamos en el momento en que podemos tener una caída controlada de nuestra civilización y llevarla a un punto en el que podamos continuar en un sistema viable”, con recursos como el potencial humano, la tecnología, la innovación y la creatividad, pero “con otros valores y otros incentivos”.
“O la otra posibilidad es esperar a que se caiga la torre y ahí pues del colapso después del colapso vendrá el caos”, añade.
Sin embargo, reconoce que “la fuerza de la voz ambiental ha crecido”, sobre todo en jóvenes con “más iniciativas y propuestas para un cambio” y no sólo desde el punto de vista periodístico, sino desde “la tecnología, las innovaciones, en propuestas que de verdad pueden llegar a generar un cambio importante”.
“Estamos muy lejos de entender la dimensión del problema y, sobre todo, nuestra participación como individuos, como sociedad, como especie, como civilización, que va a requerir muchísimo de nosotros en cuanto a cambios de vida. Pero es esperanzador ver más voces, más personas preocupadas, interesadas, alzando la voz, haciendo cosas, innovando, proponiendo nuevas ideas para resolver el problema”, puntualizó.
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