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'Menús solidarios' alimentan familias, migrantes y personas que viven en las calles de Bogotá


La VOA acompañó a restaurantes bogotanos a entregar 'menús solidarios' en zonas vulnerables
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La VOA hizo un recorrido para entregar 'menús solidarios' en zonas vulnerables de Bogotá.

Menú Solidario es una campaña creada por Emiliano Moscoso y su restaurante Sierra Nevada, en Bogotá. Consiste en que, a través de una plataforma digital, las personas pueden comprar menús a más de 30 restaurantes, para donarlos a personas necesitadas en la coyuntura del COVID-19.

Juan Carlos golpea la puerta de uno de los pagadiarios -hoteles donde los huéspedes pagan el descanso por noche- en una zona vulnerable de Bogotá. De allí sale un hombre moreno, fornido, a recibir un par de cajas con variados platos que conocidos restaurantes de la ciudad han preparado y enviado, gracias a la donación de sus clientes.

Mientras el hombre intenta con fuerza pasar las cajas por la estrecha puerta, curiosos que viven en una casa de no más de tres pisos comienzan a salir paulatinamente por otras puertas. Unos 20 curiosos miran desde sus ventanas, balcones y hasta desde la terraza para saber quiénes los visitan pasadas las 10 de la noche.

Esta pequeña casa albergar casi 80 personas, en una zona del centro de Bogotá. [Foto: Karen Sánchez]
Esta pequeña casa albergar casi 80 personas, en una zona del centro de Bogotá. [Foto: Karen Sánchez]

Pero detrás de esta común fachada, hay más. Se trata un hogar que, en esa pequeña planta, alberga casi 80 personas, provenientes de la costa norte de Colombia: La mayoría son obreros de la construcción. Por supuesto, durante la cuarentena no han percibido un peso y sus ahorros se están acabando.

Los alimentos que han recibido son “una bendición de Dios; somos de la misma parte, hemos sabido distribuir las cosas porque nadie se ha quedado con nada sino que todo lo que llega se va entregando”. El señor que siempre ha venido con el carro nos ha traído la hamburguesa, que juguito, sánduches, pero de ayuda (…) de nadie. No hemos recibido nada, nada, nada”, dice Eusebio Pacheco.

A este punto llegamos, después de pasar por aproximadamente nueve más, en zonas críticas de Bogotá, y antes de visitar otro pagadiario (hostales donde se paga por día), y hablar con varios habitantes de calle. En total, esta noche de la fría Bogotá, se entregaron 1.000 platos, incluso a aquellos que pedían por el camino.

La aventura comenzó alrededor de las 8:30 de la noche, cuando el camión llega a un prestigioso punto del Restaurante Sierra Nevada, en Bogotá, cargado de menús ya elaborados por otros restaurantes. Allí, Emiliano Moscoso -dueño del lugar-, Juan Carlos Celis -director de la Fundación Procrear- y otros colaboradores terminan de contar los platos, distribuidos por cajas marcadas con los nombres de las personas que los recibirán, quienes generalmente son líderes de la comunidad.

Antes, Emiliano y Juan Carlos han estado conversando de la cantidad, los puntos, las comunidades que los han contactado. Siempre, dicen, son innumerables. Esta labor que realizan tres veces por semana.

Después de parar en un sector seguro, entregan algunas cajas y se aseguran de que la policía los escolte durante el recorrido.

Cada vez que se abre una puerta, se escapa una sonrisa, un "gracias", un “Dios los bendiga”. Incluso, algunos saltan de alegría y se abrazan cuando ven la comida. Ese es el caso de la familia de Yoselín Herrera, una migrante venezolana que vive en un estrecho apartamento, con cinco niños y tres adultos más.

En este edificio, contó la mujer a la Voz de América, hay 60 personas. Explica que la mayoría son venezolanos que trabajaban en una plaza vendiendo flores y ahora ni siquiera pueden salir a la calle.

“Muchos no comen a esta ahora, pero lo dejan para la mañana porque lo tenemos para comer, para darle a nuestros hijos. Nos hemos sobrellevado con las ayudas que nos están llegando, por lo menos la del señor. Gracias a Dios siempre hay una mano amiga que siempre nos dan algo para comer”.

Los agradecimientos se repiten en la medida en que avanzamos en el trayecto. Alirio Aguilar, por ejemplo, se alegra por los abuelos que viven en su pensión. José David Roa ya tiene la cena de 75 personas de la ‘Casa de la Esperanza’, donde a pesar de tener hospedaje gratis, falta la comida.

Incluso, aquellos que viven en las calles, salen de sus cambuches y carretes al escuchar el llamado de Juan Carlos y ver las luces estacionarias de los carros que los esperan con los platos.

Uno de ellos es Leonardo, que vive debajo de los árboles, en cambuches armados con telas, plásticos y madera. Comparte el espacio con 12 personas más y sus perros.

Cuando reciben estos alimentos, dice, “nos hacen sentir que estamos vivos, que pertenecemos a ustedes, somos de lo mismo. Nos hacen sentir personas porque la cultura nos excluye. Al hacer ese gesto nos sentimos que importamos, que sí estamos ahí”.

El Menú Solidario

Emiliano Moscoso, gerente general de Sierra Nevada, hamburguesas y malteadas, le contó a VOA Noticias que la iniciativa de llevar alimentos de calidad a los más necesitados comenzó cuando se dieron cuenta de que “muchas personas que viven del día a día no podían salir a conseguir sus recursos” y crearon la campaña llamada el Menú Solidario.

“Empezamos nosotros como restaurante solos y cuando salimos a la calle, vimos el tamaño de la necesidad. Nos dimos cuenta de que solos no íbamos a poder realmente lograr un impacto muy fuerte, y entonces empezamos a buscar otros restaurantes que quisieran sumarse a la iniciativa”.

Hoy, más de 30 restaurantes se han sumado a la causa. En semana y media, han entregado aproximadamente 6.000 menús, gracias a la solidaridad de miles de donantes anónimos que a través de la plataforma tecnológica Rappi, pueden comprar menús por 7.500 pesos colombianos (casi dos dólares), los cuales son donados y entregados a los más necesitados. Tres veces por semana, estos se recogen para ser repartidos en diferentes zonas de Bogotá.

A esta zonas, llegan a través de la ayuda de la Fundación Procrear, organización que conoce perfectamente las zonas de alto impacto.

Han visitado las ‘ollas’ e inquilinatos del barrio Santa Fe, San Bernardo, La Candelaria,. También, cuenta Juan Carlos, el menú solidario ha llegado a pequeñas comunidades terapéuticas privadas, personas con VIH y cáncer. También a comunidades donde viven mujeres solas, población transgénero y habitantes que han estado o permanecen en la calle.

Solidaridad desbordada

Emiliano confiesa que “el gremio de los restaurantes está muy, muy, muy, muy golpeado. A pesar de eso, han demostrado una solidaridad enorme porque esto es algo que no deja ninguna ganancia para nadie. Lo que sí genera que es muy importante es tener a los empleados a la gente ocupada moviéndose, aprovechar la infraestructura, los restaurantes para alimentar a Bogotá y, por otro lado, le da movimiento a la cadena logística”.

Como positivo, rescata la solidaridad de la gente que dona e incluso de la que recibe porque guarda o busca para ayudar a su vecino. “Lo más lindo de esto es la cantidad de voces de apoyo y la cantidad de gente que quiere hacer parte del proyecto. Sin embargo, dice que ha sido muy duro la necesidad. Esto ha sido muy fuerte. Encontrarnos con gente que lleva días sin comer, gente que nos ha dicho: ‘Oiga, no probaba bocado hace dos días; realmente, me vuelve el alma al cuerpo con este menú que estoy recibiendo’”.

Por estas razones, los restaurante se han unido. Carolina Posada Molina - Gerente de Fundación Frisby, dijo a la VOA que la principal motivación "es ser solidarios, invitar a la solidaridad de todos nuestros clientes de todos los colombianos y ser un canal que con todas las normas de salubridad pueda entregar la comida a todos aquellos que lo necesitan".

Por su parte, Terpel y red de tiendas ‘altoque’ vieron que "era esta una súper bonita oportunidad de seguir trabajando en los restaurantes (...) seguir produciendo, digamos la cadena completa del consumidor, los restaurantes y, al final, darle la comida a la gente que más lo necesita hoy en día". En el caso de esta empresa, por cada menú que dona un comprador, Terpel dona otro adicional. Así mismo, regalan la movilización de estos alimentos.

Aunque el trabajo es satisfactorio, aún queda mucho por hacer. En la medida que vaya creciendo esta propuesta, dice Juan Carlos, la intención es “seguir llegando a esa pobreza oculta o a esa pobreza que estamos, no descubriendo sino visibilizando más”.

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    Karen Sánchez

    Corresponsal de la Voz de América, en Bogotá, Colombia. Fue periodista de diferentes periódicos y revistas de EL TIEMPO Casa Editorial. Comunicadora social y periodista de la Universidad de la Sabana, donde fue becaria. Hizo parte del equipo de comunicaciones del programa de Gobierno Digital del MinTIC de Colombia. Formada en Libertad de Expresión por la Sociedad Interamericana de Prensa y la Universidad Católica Andrés Bello.

     

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