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EE.UU. no cayó al abismo pero quedan peligros


En sólo semanas el presidente Obama y los republicanos tendrán que tomar decisiones que ya fueron difíciles en el pasado.
En sólo semanas el presidente Obama y los republicanos tendrán que tomar decisiones que ya fueron difíciles en el pasado.

El acuerdo alcanzado a última hora por la Casa Blanca y el Congreso evadió una debacle a corto plazo pero todavía se avecinan en el Capitolio fuertes batallas financieras.

Aun cuando la Casa Blanca y el Congreso llegaron a un acuerdo sobre los impuestos que se deben abonar al fisco y los gastos del gobierno a corto plazo, nada hace pensar que en las próximas semanas vayan a desaparecer los enconados debates sobre las finanzas del país que durante meses dividieron a demócratas y republicanos y han agriado la paciencia de los estadounidenses.

Más pronto que tarde, el presidente Barack Obama y sus adversarios políticos en el Congreso tendrán que adoptar decisiones financieras que en los últimos dos años resultaron muy difíciles, y que se han ido posponiendo, entre ellas, otra vez, el incremento en el límite de la capacidad de endeudamiento del país.

Estados Unidos llegó al comienzo de esta semana a su actual tope de $16,4 billones de dólares fijado como “techo” para su deuda, y aunque por ahora podrá seguir pagando sus obligaciones durante otros dos meses el peligro de que llegue el momento en que no pueda hacerlo sigue estando latente.

Obama ha dicho estar dispuesto a llegar a compromisos sobre muchos de los asuntos relacionados con los gastos en que incurre el gobierno pero que no va a cuestionar un aumento del techo de la deuda.

“No volveré a discutir con el Congreso si deben o no pagarse las facturas que se han ido acumulando debido a las leyes que ellos han aprobado (…) si el Congreso rehúsa hacer posible que el gobierno las pague a tiempo, las consecuencias para toda la economía global serían catastróficas, peores que el impacto del abismo fiscal”, señaló.

Hace año y medio, los republicanos aceptaron a regañadientes fijar el actual tope de la deuda, pero sólo luego de conseguir recortes en los gastos gubernamentales que iban a entrar en vigor el 1ro. de enero, y como resultado de ello la agencia Standard and Poor´s rebajó, por primera vez en la historia, la calificación crediticia del país.

Sin embargo, en lugar de llegar definitivamente a un compromiso sobre qué programas domésticos y de defensa reducir, evitaron caer al "abismo" pero las irreconciliables diferencias entre la Casa Blanca y los republicanos del Congreso volvieron posponer otros dos meses la decisión.

De modo que añun quedan pendientes numerosas cuestiones de peso junto al dilema sobre el tope de la deuda, entre ellas cuánto dinero destinar a programas de amplia repercusión para los estadounidenses como el Medicare (seguro de salud pública para los mayores de 65 años), y los fondos de pensiones de la Seguridad Social.

A fines de marzo próximo, la Casa Blanca y el Congreso encaran además otra batalla financiera, la que concierne al presupuesto del año fiscal que ya comenzó en octubre de 2012. Debido a que fue un año de elecciones, la decisión fue pospuesta y los gastos del gobierno se dejaron provisionalmente al mismo nivel.
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