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¿Adónde va China?


China se ha convertido en una especie de banquero mundial.
China se ha convertido en una especie de banquero mundial.

Algunos dicen que la economía del gigante asiático desplazará dentro de poco a la de EE.UU., pero otros lo dudan. Roberto Casín aborda el tema desde Miami.

A juzgar por informaciones publicadas en la prensa internacional los últimos meses, la economía de China desplazará a la de EE.UU. como la mayor del mundo en un plazo no muy lejano. Y aunque el asunto todavía despierta sorpresas y dudas, se ha convertido en una supernoticia a fuerza de repetirse. Lo novedoso es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) recién pronosticó que el hecho ocurrirá bajo ciertos parámetros en sólo cinco años.

Las razones que fundamentan el vaticinio son varias, y todas apuntan a un vertiginoso crecimiento económico y a una expansión china en los mercados internacionales que hace apenas un cuarto de siglo era imprevisible, y que en los últimos meses contrasta sobremanera con alarmantes señales de que la economía estadounidense está en serios problemas.

Según el FMI, la economía china crecerá a partir de este año y hasta el 2016, de $11.2 billones de dólares hasta $19 billones, en tanto que la de EE.UU. lo hará de $15.2 billones de dólares hasta los $18.8 billones, en una proporción que con creces la duplica.

Pero no sólo eso, el gobierno chino ha dicho que está considerando invertir hasta $300.000 millones de dólares anuales durante los próximos cinco años en siete industrias estratégicas para que el país deje de ser lo que básicamente es hoy en día, un proveedor de productos baratos, y acelerar la transición que lo convierta en un líder en tecnologías de alto valor.

Entre esos sectores se citan las energías alternativas, las tecnologías de información de nueva generación y las manufacturas de equipos de alta tecnología, con el objetivo de reducir la dependencia que tiene actualmente el país de las manufacturas de bajo costo.

Además de eso, China se ha convertido en una especie de banquero mundial y de acuerdo con un estudio hecho por el diario británico Financial Times, el Banco de Desarrollo y el de Importaciones y Exportaciones de China brindaron préstamos a gobiernos y firmas de países en desarrollo por valor de $110.000 millones de dólares entre 2009 y 2010.

De hecho, el déficit comercial de EE.UU. con China sumó la abultada cifra de $252.000 millones de dólares en los primeros once meses del año pasado, y lo que más alarma no sólo a muchos economistas, sino también a políticos, es que los chinos controlan una buena tajada de la deuda estadounidense, ya que poseen casi un billón de dólares en bonos del Tesoro.

Aprovechándose de que la crisis financiera mundial también puso de patas arriba a varias economías europeas, los chinos han comprado fuertes sumas en bonos de la deuda de países como Grecia, Portugal, España e Italia. Y se estima que han logrado amasar una de las reservas en monedas extranjeras más jugosas del mundo, valorada en unos $2 billones 500 mil millones de dólares.

Si bien el país es el primer receptor de inversiones extranjeras en el planeta, con una cifra récord de $100.000 millones de dólares en el 2010, el flujo de capitales ha tenido una doble dirección porque las inversiones chinas en el exterior, incluyendo América Latina, alcanzaron el año pasado $50.000 millones de dólares, 36 por ciento más que en 2009.

Nadie puede negar que la economía del Goliat asiático tiene proporciones astronómicas y está dotada de una pujanza muy singular. Sin embargo, a juzgar de algunos expertos, con tantas libertades ciudadanas todavía restringidas, en pie desde la oscura era comunista de Mao Tse Tung, China sigue siendo un gigante con pies de barro. ¿Qué podrá más, el empuje del progreso o los dogmas políticos? Los próximos años dirán.

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