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Colapso, personal en riesgo y tope de camas: ¿Qué ocurre en clínicas y hospitales de Colombia?


Según informó el jueves el Ministerio de Salud, Colombia suma 226.373 contagios y 7.688 fallecidos por COVID-19.
Según informó el jueves el Ministerio de Salud, Colombia suma 226.373 contagios y 7.688 fallecidos por COVID-19.

Saber que padecía de la COVID-19 y no querer contagiar a nadie, mientras permanecía en una sala de espera de un servicio de urgencias en un hospital de Bogotá, fue la principal preocupación de Andrea*. Una complicación respiratoria obligó a esta joven a acudir más de una vez al servicio médico.

Desde comienzos de julio había empezado a sentir los síntomas del virus. Sin embargo, solo 20 días después de que le practicaron la primera prueba, confirmó que se trataba de la COVID-19. Durante este periodo, acudió al servicio de urgencias dos veces. La primera, fue aislada con seis personas más que tenían los síntomas. Luego fue enviada de vuelta a casa con medicamentos para calmar una fuerte tos. Pero 15 días después, tuvo que regresar al hospital: “Me sentía ahogada”, dijo en entrevista a la Voz de América.

Recuerda que el lugar no tenía un baño cercano y que los médicos se habían multiplicado. “Es una clínica que consultamos con recurrencia. Ya no era una persona haciendo el triage -clasificación de pacientes en el servicio de urgencias-, sino seis doctores. La mayoría, estudiantes universitarios”, contó a la VOA.

Según su experiencia el servicio de urgencias más concurrido de lo normal y a punto del colapso. Obtener sus resultados le tomó 18 horas.

“Llegué hacia las 10 de la mañana a la clínica, ahí me recibieron. El proceso fue rápido para ingresar al triage. Efectivamente, conté que era COVID, con familia positiva de COVID. Me dijeron que me tranquilizara, que era zona respiratoria y todos los que estaban afuera eran pacientes positivos. Sin embargo, cuando uno está en tiempo de espera, se da cuenta que no todos son pacientes de COVID”, dijo Andrea, quejándose de que "el que no viene contagiado, lo más probable es que se contagie porque le tiempo de espera es de 10-12 horas”.

Andrea recuerda además que durante la espera debió permanecer en un reducido espacio con unas 40 personas, entre ellos adultos mayores, bebés, gestantes, y hasta con una señora en una camilla recién operada que tenía fiebre y tos.

“Me monté en una esquina y puse dos maletas al lado (...) “No debería ser así hasta que la persona esté confirmada, pero entiendo también que no tienen dónde dejar a la gente”, admite Andrea con cierta resignación, después de saber que hasta algunas camas de pediatría fueron adecuadas en el lugar para atender adultos con afecciones respiratorias. Al final, dijo, le diagnosticaron neumonía.

“Tener el control de tantas personas se hace difícil. Es demorado y toma su proceso, pero no hay más doctores con capacidad de atender a tanta gente (…) Están colapsados”.

No obstante, explica que están haciendo lo que pueden en los hospitales para familias como la de ella, donde más de uno ha sido contagiado. Su padre, por ejemplo, fue diagnosticado y asistido: “Sé que es un riesgo ir a urgencias, pero si uno no consulta tiempo, pasa lo que el pasó a mi papi que, en tres días, tenía neumonía con compromiso en ambos pulmones”.

Las preocupaciones del gremio médico

Para el doctor Sergio Isaza Villa, presidente de la Federación Médica Colombiana, la principal preocupación del gremio radica en “disminuir lo que más se pueda las muertes evitables. Esa es nuestra única preocupación, con eso disminuir un sufrimiento social y sufrimiento individual y familiar muy grande”.

Sin embargo, dice que existen factores alarmantes, como que “en casi 15 días triplicamos las cifras y la mortalidad se incrementó de una manera brutal”. Esto, según el doctor, debido a que se han flexibilizado las medidas de aislamiento y se ha reactivado la economía, muchas veces sin control.

“Yo nunca he aceptado esa disyuntiva falsa que nos plantean: es economía o salud. Falso. La economía sin salud no puede existir. A su vez, la salud es la mejor expresión de cómo está un sistema económico funcionando”, agrega.

“Nosotros no decimos que el pico de la epidemia sea culpa del gobierno, no, ni queremos culpar a nadie. Los picos epidémicos son inevitables (…) pero los que pasa es que se tienen que trabajar para evitar al máximo, y no relajarse y perder un trabajo que se había hecho”, explica el médico.

Sergio Isaza Villa
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Según el Observatorio de Salud de Bogotá, la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo en Bogotá se encontraba, hasta el miércoles, en un 91,6%.

“Estábamos en alerta roja para el 92 por ciento y solamente seis instituciones hospitalarias con unidades UCI tenían dos menos del 50 por ciento o el 50 por ciento. Y tres menos, entre el 50 y el 70 por ciento, que es una alerta amarilla y verde”, explicó el doctor a VOA Noticias.

Según el Ministerio de Salud, hay una disponibilidad de 2.623 camas UCI (32%) en todo el país. El gobierno, incluso, se ha trazado el objetivo de expandir esas unidades para llegar a una meta de 10.000. Desde el 28 de marzo, se comenzó con una capacidad de 5.376 camas de UCI. Hoy, la cifra está en casi 8.000.

El estado del personal de salud

Otra de las preocupaciones, dice el doctor Isaza, es que las Administradoras de Riesgos Laborales no están cumpliendo a cabalidad la responsabilidad de entregar elementos de protección al personal sanitario. “Sigue dándose el caso de que muchos médicos y enfermeras auxiliares de enfermería tienen que comprar de su propio bolsillo los elementos de protección”, afirma.

Explica Isaza además que existe un índice importante de contagios entre el personal sanitario y “mucho miedo de contagio”.

Y eso lo contastó también Andrea en sus días de paciente: “(Una enfermera) me contó que hace mes y medio se había contagiado. Contagió a su esposo y a sus hijos, de 3 y 6 años, y decía: ‘Este es mi trabajo y yo sabía a qué riesgo estaba expuesta. Pero si la gente no se sigue cuidando, nosotros vamos seguir expuestos por más trajes que usemos, por más antibacterial y cuidados que tengamos’”.

Según un informe del 22 de julio del Instituto Nacional de Salud, los contagios en el personal de la salud aumentaron a 4.067; más de 1.300 son auxiliares de enfermería y hay casi 700 médicos y 600 enfermeros. Las víctimas fatales del gremio suman 34 fallecimientos.

"Jornadas asfixiantes"

El doctor Isaza explicó sin dar detalles que personal de la salud ha renunciado o existen personas que han perdido sus puestos “por reclamar protección personal o por controvertir o cuestionar o hacer observación a los protocolos”.

El doctor también se refirió a las extenuantes jornadas laborales, que no son menores a 12 horas en este tipo de unidades: “Son jornadas asfixiantes, agotadoras. Termina uno con la marca permanente del tapabocas y de las gafas, la otra máscara y luego los dos trajes (…) Y en esta situación, hay unos médicos que están atendiendo hasta 20 pacientes, por cada uno de ellos, y en los otros pisos, donde las unidades de contención atienden entre 20 y 60 pacientes, el riesgo de error es altísimo”.

Los gremios médicos en Colombia han pedido una cuarentena total, en la ciudad de Bogotá, epicentro de la epidemia en el país. Sobre la petición, el presidente Iván Duque ha dicho con no contempla esta medida. Por su parte, la alcaldesa de la ciudad, Claudia López, adelantó esta semana el cronograma de cuarentenas estrictas por localidades, tras reunirse con gremios médicos y representantes del gobierno.

El ministro de salud dijo el miércoles que "una cuarentena general sería una medida absolutamente extrema a la que no queremos llegar porque genera efectos negativos muy importantes de salud sobre la población y también un desgaste sobre las actividades sociales, culturales y económicas”.

Según informó el jueves el Ministerio de Salud, Colombia ya suma 226.373 contagios y 7.688 fallecidos por COVID-19.

*Nombre modificado por petición de la fuente

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    Karen Sánchez

    Corresponsal de la Voz de América, en Bogotá, Colombia. Fue periodista de diferentes periódicos y revistas de EL TIEMPO Casa Editorial. Comunicadora social y periodista de la Universidad de la Sabana, donde fue becaria. Hizo parte del equipo de comunicaciones del programa de Gobierno Digital del MinTIC de Colombia. Formada en Libertad de Expresión por la Sociedad Interamericana de Prensa y la Universidad Católica Andrés Bello.

     

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