Las autoridades del estado de Virginia ejecutaron a un pakistaní convicto por el asesinato en 1993 de dos empleados de la CIA. El Departamento de Estado dice que teme que pueda haber violencia en represalia contra objetivos estadounidenses en todo el mundo. Detalles con Luis Facal.
El pakistaní Mir Aimal Kasi fue ejecutado el jueves por la noche mediante una inyección letal, en el centro correccional de Greensville, en Jarratt, Virginia.
Testigos dijeron que Kasi susurró “No existe otro Dios más que Alá”, poco antes de quedar inconciente.
Su ejecución tuvo lugar a pocos días de cumplirse el quinto año de su sentencia por la muerte de dos empleados de la CIA, cuando viajaban en un automóvil frente a la sede de la agencia de espionaje, en Langley, Virginia.
En su última entrevista solo horas antes de su ejecución, Kasi dijo que era un error matar a civiles, pero que no sentía remordimiento por haber asesinado a dos agentes del gobierno de Estados Unidos. Dijo que llevó a cabo el ataque, en protesta por las políticas estadounidenses hacia los países musulmanes.
Después de matar a dos empleados de la CIA con un fusil A-K-47, Kasi pudo viajar fuera de Estados Unidos pese a estar utilizando un pasaporte expirado. Kasi fue arrestado por agentes de Estados Unidos en su país natal, Pakistán, cuatro años y medio después.
Ni el F-B-I ni la CIA descubrieron evidencia de que estuviera vinculado a una organización terrorista, pero extremistas islámicos lo han aclamado como un héroe.
El Departmento de Estado advirtió que la ejecución de Kasi podría derivar en actos de violencia de represalia contra estadounidenses en todo el mundo.
Un día después de su sentencia en 1997, cuatro ejecutivos petroleros estadounidenses fueron asesinados en Karachi, Pakistán, en aparente venganza.