La fuerte presencia militar no intimidó a los vecinos de Chacao, el epicentro de la protesta en Caracas, que salieron a manifestarse nuevamente por la tarde del lunes, pese a que horas antes el gobierno lo había declarado territorio liberado de “guarimbas” y por tanto “municipio de paz”.
Universitarios y opositores, protestaron como lo han venido haciendo contra la galopante inflación, que alcanzó en febrero una tasa anualizada de 57,3%, el desabastecimiento de bienes básicos, la creciente criminalidad, la represión y el encarcelamiento de opositores.
Durante el día, los militares coparon las calles con unos 1.200 efectivos de la Guardia Nacional, la Policía nacional y cuadrillas de trabajadores que, según el ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, recogieron 26 toneladas de basura y atendieron 2,8 kilómetros de aseo y barrido.
El control lo ejercían pidiendo documentos de identidad, requisando a transeúntes y motorizados, y poniendo especial atención a los jóvenes con aspecto de estudiante.
El ministro justificó la acción por “motivos de seguridad ciudadana” prometiendo devolver al municipio “la normalidad y el calma, pero el alcalde de la localidad, Ramón Muchacho, dijo que no se puede hablar de normalidad cuando en las calles se ven “más militares que civiles”.
Para la tarde y la noche, la gente volvió a salir a protestar, esta vez, cuando los semáforos se ponían en rojo, sin entorpecer la circulación. No se registraron enfrentamientos ni lanzamientos de gases lacrimógenos como en los 33 días anteriores.
Horas antes, líderes estudiantiles ya habían advertido que la protesta no va a parar tan fácilmente.
"Señor Nicolás Maduro, señor Diosdado Cabello, van a tener que sacar 60 millones de militares para que nosotros abandonemos las calles de Venezuela", dijo Juan Requesens, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela, en respuesta a la militarización de Chacao.
Universitarios y opositores, protestaron como lo han venido haciendo contra la galopante inflación, que alcanzó en febrero una tasa anualizada de 57,3%, el desabastecimiento de bienes básicos, la creciente criminalidad, la represión y el encarcelamiento de opositores.
Durante el día, los militares coparon las calles con unos 1.200 efectivos de la Guardia Nacional, la Policía nacional y cuadrillas de trabajadores que, según el ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, recogieron 26 toneladas de basura y atendieron 2,8 kilómetros de aseo y barrido.
El control lo ejercían pidiendo documentos de identidad, requisando a transeúntes y motorizados, y poniendo especial atención a los jóvenes con aspecto de estudiante.
El ministro justificó la acción por “motivos de seguridad ciudadana” prometiendo devolver al municipio “la normalidad y el calma, pero el alcalde de la localidad, Ramón Muchacho, dijo que no se puede hablar de normalidad cuando en las calles se ven “más militares que civiles”.
Para la tarde y la noche, la gente volvió a salir a protestar, esta vez, cuando los semáforos se ponían en rojo, sin entorpecer la circulación. No se registraron enfrentamientos ni lanzamientos de gases lacrimógenos como en los 33 días anteriores.
Horas antes, líderes estudiantiles ya habían advertido que la protesta no va a parar tan fácilmente.
"Señor Nicolás Maduro, señor Diosdado Cabello, van a tener que sacar 60 millones de militares para que nosotros abandonemos las calles de Venezuela", dijo Juan Requesens, presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela, en respuesta a la militarización de Chacao.
