“Ahí está la fiesta” saltaba y gritaba Aguinaldo, vestido en su camiseta de Kaká. El 3 a 0 sobre Chile dejó a Brasil, al decir de Marcia, “clasificadísimos”.
Y la “torcida” celebró, bailó, hizo sonar las bocinas y las vuvuzelas, por más que aquí también, del otro lado del océano, muchos se quejen.
El resultado le permitió a los fanáticos brasileños, ahora sí, abrirle una amplia carta de crédito a su selección. Para muchos, la “canarinha” está en ruta de colisión con Argentina en una final, por más que ambos grandes seleccionados sudamericanos deberán pasar antes por Alemania, los rioplatenses y por Holanda los brasileños.
La expresión “rumbo al hexa” adquirió, tras esta victoria consistente ante Chile, un sonido más creíble para los brasileños, que hasta ahora habían terminado la mayoría de los partidos con la sensación de que les faltaba algo.
Tras el primer gol de Juan, el relator gritaba “se abrió la portera, y por donde pasa una vaca, pasa una vaquería”. Fueron dos más, celebrados ruidosamente, casi como una liberación de ansiedad.
Este Brasil clasificado para cuartos de final, sigue lejos de gustar, pero ahora al menos convenció.
Unánimemente, todos coincidieron en olvidarse de Diego Maradona, para hablar de su propio equipo. Por más que todos piensan que una posible final sudamericana entre Brasil y Argentina, les daría la oportunidad de ajustar cuentas con Maradona, tras aquella eliminación en Italia ´90, cuando el astro argentino, jugando en una pierna le dio un pase inolvidable a Claudio Caniggia que mandó a la selección brasileña de regreso al país en octavos de final.
Fue la última vez que se volvieron tan temprano, y Dunga, el actual entrenador que Brasil, era parte de aquel equipo que recibió muchas críticas, y Dunga no olvida.