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Disculpas por adelantado


Los motivos para celebrar no fueron muchos, así que cuando el árbitro mostró la amarilla al portugués Coentrao, los fanáticos sacudieron banderas e hicieron sonar las bocinas.
Los motivos para celebrar no fueron muchos, así que cuando el árbitro mostró la amarilla al portugués Coentrao, los fanáticos sacudieron banderas e hicieron sonar las bocinas.

Brasil y Portugal jugaron un partido olvidable, de los peores del Mundial, donde ambos equipos podrán lamentar sobre todo las tarjetas amarillas recibidas.

Un día antes del partido, el entrenador de Brasil, Dunga, pidió disculpas.

Después de ver Brasil y Portugal, posiblemente se pueda pensar que las disculpas fueron por adelantado, por el pobrísimo partido que jugó la selección “Canarinha”.

Aunque claro, las disculpas fueron por la reacción destemplada y fuera de lugar del técnico después del partido con Costa de Marfil donde la emprendió contra todo el mundo, el juez, Didier Drogba, los periodistas de Globo a los que insultó pero no incluyó en sus disculpas.

De todas formas, los fanáticos brasileños volvieron a manifestar su apoyo incondicional a la selección.

Vestidos de amarillo, verde, azul, los colores de las camisetas que Brasil suele usar, volvieron a dejar vacías las calles, los ómnibus, y los lugares de trabajo que reunirse frente a la televisión.

“Mi madre nació en Portugal, pero luego se hizo ciudadana brasileña. Para este partido guardó su pasaporte portugués y se puso la camiseta canarinha”, decía Catarina Soares, una empleada de restaurante que insistía en señalar la rivalidad entre ambas selecciones.

Sin mucho para festejar, los empleados de un Mc Donalds en Pier 21, una tradicional plaza de comidas de Brasília, hacían sonar sus bocinas y levantaban la bandera de Brasil, con las tarjetas amarillas a los portugueses.

Mientras tanto, los comentaristas de televisión y de radio se dividen en dos grupos opuestos y bien diferentes. La inmensa mayoría no oculta su desagrado con la propuesta de la selección de Dunga. Los menos, tratan de justificar porque la selección del país del futbol, juega tan poco al fútbol.

Finalmente, la siempre reclamada falta de aplicación a la defensa parece ser resuelta, con volantes de marca duros y defensores firmes. Sin embargo, la magia del “jogo bonito” ha sido definitivamente sacrificada.

Esta selección de Brasil dejó todo el talento guardado en algún cajón a la espera de que alguien llegue para recuperarla.

La obsesión de los comentaristas y los fanáticos brasileños de compararse con Argentina no hace más que aumentar el desagrado con la actual selección. Cuando Argentina puso suplentes, le ganó si despeinarse a Gracia. Brasil ensayó lo mismo y demostró que Robinho, Kaká y Elano, simplemente no tiene relevo.

No es que Brasil no los tenga, simplemente muchos de esos fantásticos jugadores no son parte de la “familia Dunga”, y están mirando el Mundial por televisión.

Mientras tanto, las críticas se acumulan sobre jugadores como Felipe Melo, que tuvo que ser sustituido tras recibir una amarilla y que ya ha dicho que para demostrar lo que vale, “un volante tiene que pegar”. Para los comentaristas las comparaciones son inevitables con el extraordinario Falcao y tanto otros volante brasileños de marca y extraordinaria calidad.

Al final del partido y de la primera ronda, las miradas de los fanáticos parecen buscarse tratando de encontrar una explicación. No les basta la justificación de que terminaron primeros en el grupo, y de que la misión inicial fue cumplida.

Para el país del fútbol es muy poco.

Falta la magia y la alegria. Falta la justificación para seguir hablando por horas después del partido, para seguir comentado, para ver los goles o las mejores jugadas nuevamente y celebrar.

Falta, y bien parece que seguirá faltando.

Seguramente no habrá nuevas disculpas, por tanto, tomemos las que Dunga ya ofreció y que cuenten por buenas, para una selección que sigue valiendo por mala.

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