Siete agentes de la elite de la policía antisecuestros y cuatro informantes se dirigían a un remoto pueblo del suroeste de Colombia cuando el convoy fue interceptado por un escuadrón armado que aparentemente buscaba a un grupo de la militantes de derecha que traficaba media tonelada de cocaína.
Los hombres a cargo de las dos unidades supuestamente hablaron por unos cuantos minutos antes de disparar el 19 de marzo.
Los agentes de elite y los informantes resultaron muertos en lo que aparece como un trágico error.
Un oficial y un civil fueron los únicos sobrevivientes en Guaitarilla, 340 millas al suroeste de Bogotá.
Sobre el caso, el fiscal general Luis Camilo Osorio dijo que tenía diferentes versiones de la policía y del ejercito y que estaba tratando de conciliarlas.