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Bomba en Manchester buscaba máxima letalidad


La ministra del interior británica, Amber Rudd, subrayó el particular barbarismo del ataque, “deliberadamente dirigido contra algunos de los más vulnerables —jóvenes y niños".
La ministra del interior británica, Amber Rudd, subrayó el particular barbarismo del ataque, “deliberadamente dirigido contra algunos de los más vulnerables —jóvenes y niños".

El atacante que se hizo explotar durante un concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande en Manchester buscaba matar a tantas personas —muchas de ellas adolescentes y niños— como le fuera posible, según dice la policía británica.

El artefacto que explotó en la Manchester Arena en el momento en que los asistentes al concierto comenzaban a buscar las salidas del estadio cerrado más grande de Europa era una “bomba de clavos”, que lanzó cientos de pedazos de metal hacia la gente.

Al menos 22 personas murieron y más de 50 resultaron heridas, según el reporte más reciente.

Testigos cerca del epicentro de la explosión dijeron que el suelo estaba cubierto de tornillos y clavos. Los médicos que acudieron a la escena del ataque reportaron con horror que tuvieron que atender heridas de metralla.

La ministra del interior británica, Amber Rudd, subrayó el particular barbarismo del ataque, “deliberadamente dirigido contra algunos de los más vulnerables —jóvenes y niños en un concierto de pop”.

Las autoridades británicas creen haber identificado al sospechoso, pero su nombre aún no ha sido divulgado. Al menos otra persona relacionada con el ataque —un hombre de 23 años— fue detenida en Manchester.

Mientras tanto el grupo extremista Estado islámico dijo que el hombre que se inmoló en la explosión era un “soldado del califato”.

Blancos blandos

Los clubes nocturnos, los restaurantes, los bares, los balnearios y los conciertos han sido blanco en años recientes de ataques de militantes islámicos en Occidente, ya sea dirigidos o inspirados por el grupo terrorista ISIS, según los analistas.

Los blancos escogidos son un asunto de conveniencia, de acuerdo a oficiales de contraterrorismo. A diferencia por ejemplo de los centros de transporte, los conciertos y los clubes nocturnos no siempre son muy seguros y además atraen grandes multitudes, y por lo tanto maximizan las posibilidades de que un ataque terrorista inflija grandes pérdidas humanas como fueron los casos del ataque del lunes por la noche y el de noviembre de 2015 en el teatro Bataclán de París, en donde murieron cientos.

Pero los estrategas yihadistas y sus propagandistas también sienten cruel satisfacción en atacar conciertos de música pop, dicen los analistas. Los propagandistas de ISIS remarcaron que el concierto en el Bataclán de la banda Eagles of Death Metal fue “precisamente escogido” como blanco por su naturaleza “inmoral”.

La Manchester Arena también resultaba ser un “blanco ideal” para los yihadistas, según dice Olivier Guitta, director gerente de GlobalStar, un firma consultora de seguridad y riesgos geopolíticos, porque combinaba la música — aborrecida por los militantes— una cantante estadounidense, niños y adolescentes.

El experto hace notar que en el año y medio pasados lugares de encuentro y clubes han sido atacados en cuatro ocasiones —el Bataclán, los clubes nocturnos Pulse de Orlando y Reina de Estambul y ahora la Manchester Arena.

Y pudo haber habido muchos más si los servicios de seguridad occidentales no hubieran desbaratado otros ataques. En febrero de 2016 un grupo de simpatizantes de ISIS fue arrestado en Francia por planear ataques a clubes nocturnos.

Por si hubiera dudas, las salas de conciertos están incluidas en la lista de blancos recomendados para ataques en el número más reciente de la revista de ISIS, Rumiyah.

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