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La herencia del nuevo sucesor de Chávez


El gobierno tuvo enormes ingresos por el petróleo en los últimos años, pero los barrios miseria son una estampa común en Caracas.
El gobierno tuvo enormes ingresos por el petróleo en los últimos años, pero los barrios miseria son una estampa común en Caracas.

El mayor reto político del nuevo presidente será enfrentarse a un panorama social y económico sombrío.

A pesar de haber vivido largos años de bonanza petrolera gracias a los altos precios del crudo, el extinto presidente Hugo Chávez ha dejado a quien resulte electo su sucesor en los comicios de hoy en Venezuela un país cuya economía se deshace en pedazos, una industria en gran medida diezmada y una sociedad víctima de la violencia y el odio de clases.

El designado sucesor de Chávez y ahora presidente electo, Nicolás Maduro, prometió mantener los acuerdos de cooperación petrolera que su mentor suscribió con gobiernos aliados en América Latina, empezando por Cuba, y que a juicio de muchos expertos en vez de impulsar el Socialismo del Siglo XXI promovido por el chavismo lo que han conseguido es desangrar la economía venezolana.

De la empresa estatal petrolera venezolana (PDVSA), que aporta el 90 por ciento de los ingresos en moneda fuerte de la nación, provino el grueso de los fondos que Chávez destinó a programas de “desarrollo social”, incluidos favores políticos, que desde 1999 se estima que ascendieron a más de $179 mil millones de dólares, un gasto que de acuerdo con analistas económicos es insostenible.

En adición, Venezuela ostenta la mayor tasa inflacionaria de Latinoamérica, que según datos oficiales fue de 20,1 por ciento en 2012, pero que en febrero último de forma anualizada ya se había incrementado a 22,8 por ciento, con efectos devastadores para las familias de menores ingresos, tanto, que según el más reciente informe de CEPAL, en sólo un año los hogares venezolanos incapaces de proveerse la canasta básica, pasaron de 27,8 a 29,5 por ciento.

El gobierno trató de frenar la inflación con regulaciones más severas que a la larga han deprimido más la producción nacional y exacerbado la escasez de productos. De hecho, la devaluación monetaria dictada en febrero y en virtud de la cual el dólar pasó a cotizarse de 4,3 bolívares a 6,3 bolívares, impulsó nuevamente la espiral de precios y dio paso a un nuevo ciclo inflacionario.

La depauperada industria nacional es otro de los lastres que heredará el nuevo mandatario después de que Chávez expropió numerosas firmas petroleras, eléctricas, siderurgias, bancos y también empresas alimenticias, papeleras y plantas textiles. Como resultado de esa política aún quedan pendientes en tribunales de arbitraje internacional más de 20 casos de demandas multimillonarias que forman parte del legado que recibirá el nuevo gobierno.

La abultada deuda nacional, que rebasa el 50 por ciento del Producto Interno Bruto, es también uno de los grandes obstáculos que figuran en el camino. A fines del 2012, la deuda sólo de PDVSA -- el único mesías económico capaz de librar al país de sus apuros financieros--, se elevó casi 15 por ciento hasta sumar $40 mil 26 millones de dólares.

En añadidura a los tormentos económicos, el nuevo mandatario tendrá que hacer frente también a un odio de clases que ha sido utilizado como divisa por el chavismo y que ha azuzado los índices de homicidio en el país hasta convertirlo en uno de los más peligrosos por violentos en el mundo. Según estimados del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) el 2012 terminó con 21 mil 692 personas muertas, 12,2 por ciento más que en 2011.
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