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Gran Bretaña y Rusia libran una rápida y furiosa guerra de información


El representante alterno británico a Naciones Unidas, Jonathan Allen, habla ante el Consejo de Seguridad.
El representante alterno británico a Naciones Unidas, Jonathan Allen, habla ante el Consejo de Seguridad.

Gran Bretaña y Rusia se encuentran librando una guerra de información rápida y furiosa desde que el exespía ruso Sergei Skripal y su hija fueron encontrados envenenados el 4 de marzo en la ciudad provincial de Salisbury.

No ha pasado ni un día sin al menos un intercambio feroz entre funcionarios británicos y rusos, y ambos gobiernos han recurrido a las redes sociales, desde Twitter a Facebook, para hacer acusaciones y refutaciones en sus esfuerzos por convencer a una audiencia mundial de su culpabilidad o inocencia.

Y las ataques mutuos se han vuelto más personales. La narrativa británica ha sido más consistente, exigiendo a Moscú una explicación de por qué un agente neurotóxico desarrollado por los soviéticos, el novichok, fue utilizado para envenenar a los Skripals, y argumentando que lo único plausible es que el intento de asesinato fue ordenado por el gobierno ruso, un punto de vista respaldado por los líderes de la Unión Europea la semana pasada y por el gobierno de Estados Unidos.

Las autoridades rusas han ofrecido más de 20 explicaciones diferentes sobre quién podría haber estado detrás de la intoxicación neurotóxica de los Skripals o por qué Rusia es inocente de la acusación de estar detrás del intento de asesinato. Los funcionarios occidentales señalan que este cambio de historias está diseñado para enturbiar las aguas y sembrar dudas.

Las explicaciones rusas van desde reclamos que los británicos pudieron haber sido ellos mismos responsables del ataque, hasta acusaciones de que todo el incidente fue inventado. Funcionarios del Kremlin también han insinuado que Suecia, Eslovaquia o la República Checa podrían ser culpables, algo que los gobiernos de esos tres países europeos han rechazado contundemente. El dedo ruso apunta también a Uzbekistán y Ucrania.

"Las autoridades del Reino Unido no están interesadas en descubrir la verdad sobre el caso Skripal, tienen otros motivos", lamentó la Misión de Rusia ante las Naciones Unidas en Twitter la semana pasada. "Están usando herramientas de guerra de propaganda para influenciar a un público desinformado e impresionable. No hay hechos, solo acusaciones sobre el 'rastro ruso' ", agregó la misión.

El sábado, los rusos volvieron a sugerir que Gran Bretaña estaba detrás del intento de asesinato, y señalaron que Porton Down, el centro de investigación militar británico, está a solo 10 millas de donde se descubrió a los Skripals. Las cambiantes narrativas rusas dan a Moscú algunas ventajas en la guerra de la información, dicen los analistas.

"Rusia se siente en libertad de decir lo que quiera, no siente la necesidad de decir la verdad, ser coherente, o ceñirse a las normas o reglas", dice un estratega de comunicaciones, que ha trabajado para el gobierno británico. "Estas son desventajas en una batalla como esta", agrega. Gran Bretaña no tiene la misma maquinaria de mensajes centralizada y agresiva que tiene el Kremlin, señala.

Batalla en las redes sociales

Moscú también lanzó una extensa campaña de desinformación basada en las redes sociales para reforzar sus afirmaciones de inocencia y para presionar a sus acusaciones de que Londres ha sido absorbido por la "rusofobia", dicen analistas occidentales.

"Twitter se ha convertido en un campo de batalla", dice Ben Nimmo, un analista del Digital Forensic Research Lab en el Atlantic Council, un grupo de expertos con sede en Nueva York.

Las llamadas fábricas de trolles de Rusia también han estado usando cuentas falsas y automatizadas en las redes sociales, capaces de propagar rápidamente memes y mensajes.

Los investigadores del Atlantic Council han estado trazando la actividad de las cuentas que se han utilizado en otras campañas de desinformación del Kremlin, especialmente durante la anexión rusa de Crimea en 2014 y el derribo del vuelo MH17 de Malaysian Airlines sobre Ucrania.

Una táctica que han descubierto es la amplificación a gran escala por las cuentas de trolles de Rusia de las dudas o críticas publicadas por genuinos críticos británicos del gobierno británico o teóricos de la conspiración en un intento por demostrar que los británicos no creían que el líder ruso Vladimir Putin estaba detrás del envenenamiento.

Los funcionarios británicos estiman que al menos 2.800 cuentas de trolles robóticos han publicado mensajes o retuits sobre el intento de asesinato de los Skripals, llegando a al menos a 7,5 millones de personas en Gran Bretaña. Facebook también ha sido testigo de un gran volumen de publicaciones de contenido en inglés producido por los medios estatales rusos.

La campaña de Twitter de Rusia "muestra el poder que los trolles anónimos con perfiles demostrablemente falsificados siguen teniendo en el internet", dice Nimmo.

Los funcionarios británicos han intentado exponer la metodología detrás de lo que dicen es la campaña de desinformación en línea de Rusia, publicando en los sitios de redes sociales la semana pasada un video burlándose de las cambiantes narrativas que sus rivales rusos han ofrecido por lo sucedido a los Skripals.

No es que el enfoque de información de Gran Bretaña esté recibiendo elogios intachables. El sábado, un ex enviado británico a Moscú, Tony Brenton, dijo que aunque apoya las medidas adoptadas por el gobierno británico por el envenenamiento de los Skripal, le preocupa el lenguaje usado especialmente por el ministro de Asuntos Exteriores británico, Boris Johnson, que al comparar a Putin con Adolf Hitler, fue "innecesariamente virulento".

Brenton le dijo a un periódico británico: "Obviamente, tenemos que reaccionar con firmeza y mostrar nuestra indignación por el asunto Skripal, pero en algún momento vamos a tener que volver a tratar con Rusia. Sin duda deberíamos tomar medidas que minimicen la recurrencia de un ataque similar, pero no deberíamos estar quemando nuestros puentes, tanto que no podamos restablecer las líneas de comunicación ".

También hay críticas a Johnson en la capital rusa por parte de expatriados británicos que dicen que sus comparaciones entre Rusia y la Alemania nazi de los años 1930 y 1940 es profundamente ofensiva, señalando que la Gran Guerra Patriótica, como los rusos llaman a la Segunda Guerra Mundial, es algo que la gente de todo el espectro político celebra aquí.

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