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Una película pequeña con un corazón gigante


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La película uruguaya “Gigante”, ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín y estrenada el viernes en los cines de Uruguay, cuenta una historia sencilla y lineal pero con un gran corazón.

El film nos introduce a la monótona y rutinaria vida de Jara (Horacio Camandule), un voluminoso guardia de seguridad de un hipermercado que trabaja por la noche.

Su trabajo consiste en supervisar el establecimiento a través de una cámara de seguridad mientras devora un sándwich o duerme una siesta.

Los fines de semana Jara también trabaja como guardia de seguridad en una discoteca de heavy metal llamada Molotov.

De día duerme y juega a los videojuegos con su sobrino, pese a que su hermana le suplica que no juegue con él para que haga las tareas escolares. Pero Jara no le hace caso, pues es un niño atrapado en un cuerpo de gigante.

Un día, a través de las cámaras de seguridad Jara conoce a Julia (Leonor Svarcas), una distraída limpiadora del supermercado que sin querer tira una torre de papel higiénico de esas que sirven a modo de decoración y recibe un regaño de su jefe. Jara hace un zoom para ver su cara, y a partir de ese entonces su apatía frente a la vida termina. Él está enamorado.

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Sin embargo, Jara sufre de una timidez aguda y no se anima ni siquiera a saludarla. Su único modo de acercarse a ella es a través de las cámaras de vigilancia del supermercadoy de seguirla para ver a qué lugares va, con quién sale yqué le gusta hacer. Jara es su sombra.

Su obsesión, sin embargo, no es insana pues él es un hombre bueno. Defiende a Julia sin que ella se entere (golpea, por ejemplo, a un taxista que le propina un piropo grosero).

Jara también socorre a otros que se cruzan por su camino, tal como Tomás, un hombre de mediana edad gordito y de lentes que sale en una cita a ciegas con Julia, y a la vuelta es asaltado por tres jóvenes.

Hipermercados y calles solitarias

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Visualmente, “Gigante” tiene el sello de la productora Control Z, que también estuvo a cargo de producir “Whisky”, una película uruguaya de gran éxito en el país y en el mundo.

Retrata esa grisura montevideana que los uruguayos reconocerán, pero que puede formar parte del paisaje de otras ciudades del mundo.

Calles vacías y oscuras, ómnibus con pocos pasajeros, zonas de la ciudad que tienen poco color, (salvo las escenas rodadas en la playa) y muchos espacios confinados sin luz natural.

El hipermercado, por ejemplo, está vacío puesto que es de noche. Pero las luces artificiales quedan prendidas, iluminando las torres de papel higiénico, las góndolas y las promociones. Sin personas que circulen, el hipermercado tiene un aspecto irreal, que nos da escalofríos.

Desde el punto de vista estético, “la película tiene un aire de familia” de las producciones de Control Z, reconoció el director y guionista, el argentino Adrián Biniez.

Sin embargo, tiene algunas diferencias notables con respecto a las otras películas. El humor es una de ellas.

“El humor de ‘Whisky’ era mucho más sutil. El de ‘Gigante’ es más boludo’”, dijo Biniez a la Voz de América.

Y ese humor tonto se agradece, ya que le da un tono liviano y divertido a la frustrante persecución de Jara.

“Gigante” también es una película más tierna. Pese a que la acción se desarrolla de forma repetitiva – a veces hasta demasiado – hacia el final los espectadores están al borde de sus asientos vitoreando para que Jara se anime a hablarle a Julia. Escribe desde Montevideo, Uruguay, Federica Narancio para la Voz de América.

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