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Papa Francisco parte a un difícil viaje a Myanmar y Bangladesh


El papa Francisco recibió a la líder de Myanmar Aung San Suu Kyi en el Vaticano el 4 de mayo de 2017.
El papa Francisco recibió a la líder de Myanmar Aung San Suu Kyi en el Vaticano el 4 de mayo de 2017.

AP

El papa Francisco se dirige a Myanmar y Bangladesh en medio de una intensa crisis de refugiados rohingya que la comunidad internacional ha criticado como “limpieza étnica”, pero la Iglesia católica ha defendido a la líder civil Aung San Suu Kyi como la única esperanza para la democracia en Myanmar.

Así, el pontífice caminará por una tensa cuerda floja diplomática durante su visita del 27 de noviembre al 2 de diciembre, la cual incluirá reuniones por separado con Suu Kyi, el poderoso jefe de las fuerzas armadas de Myanmar y un pequeño grupo de musulmanes rohingya una vez que el papa llegue al vecino Bangladesh.

Francisco ha definido su papado por sus frecuentes denuncias de las injusticias cometidas contra los refugiados, y se espera que hable con dureza contra la difícil situación de los rohingya. Pero también es huésped del gobierno de Myanmar y debe ver por el bienestar de su pequeña grey, una minoría de solo 659.000 católicos en esta nación de mayoría budista de 51 millones de habitantes.

“Digamos solamente que es muy interesante desde el punto de vista diplomático”, respondió el portavoz del Vaticano Greg Burke cuando se le preguntó si el 21er viaje de Francisco al extranjero será el más difícil que ha realizado hasta ahora.

El padre Thomas Reese, un comentarista jesuita estadounidense, fue más directo: “Admiro mucho al papa y sus capacidades, pero alguien debería haberlo convencido para que no hiciera este viaje”, escribió Reese en el Religion News Service, un servicio noticioso especializado en religión y espiritualidad.

Reese argumentó que el legado de Francisco como un paladín inflexible de los oprimidos se enfrentará con la dura realidad de represalias para la minoría cristiana de Myanmar si va demasiado lejos en defender a los rohingya contra las “operaciones de despeje” de las fuerzas armadas en el estado Rakhine.

“Si se muestra profético, pone a los cristianos en riesgo”, dijo Reese. “Si guarda silencio sobre la persecución de los rohingya, pierde credibilidad moral”.

A Francisco no se le conoce por su respeto al protocolo, y tiende a llamar las cosas por su nombre. Pero la Iglesia católica en Myanmar ya lo exhortó, y también el cardenal que él eligió, Charles Bo, a que se abstenga incluso de utilizar el término “rohingya”, rechazado por la mayoría de los habitantes de Myanmar.

“Evidentemente el papa se toma en serio estas recomendaciones”, afirmó Burke. “Pero ya veremos”.

El gobierno de Myanmar y la mayor parte de los habitantes budistas no reconocen a los rohingya como un grupo étnico, e insisten en que son inmigrantes ilegales de Bangladesh.

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