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Niños hispanos sufren por redadas


“La imagen de niños llorando al ver a sus padres siendo arrestados y deportados a sus países de origen, es realmente escalofriante”.

Así lo explicó a la Voz de América, Nora Sandigo, vocera de la organización American Fraternity.

La institución dio a conocer su más reciente estudio, el que refleja las consecuencias sicológicas que padecen los menores expuestos a la pérdida de sus padres por motivos migratorios.

Según la investigación, las secuelas de una deportación deja en los niños traumas que van desde la paranoia, rebeldía, insomnio, estrés y sentimientos de culpabilidad.

“Es impactante ver el desorden y esa estela de sufrimiento que queda en los niños que han perdido a sus padres”, dijo Sandigo.

El estudio, que fue realizado a unos mil menores,también reflejó un claro cambio en la conducta de los niños mayores de seis años.

Según la experta, desde esa edad, los menores pueden comprender exactamente qué es lo que está pasando, por lo que el daño emocional es aún mayor.

“Los niños menores de cinco años extrañan el ambiente de sus padres, pero son los mayores, especialmente los que estuvieron presentes cuando sus padres fueron golpeados y humillados frente a ellos, los que proyectan los cambios emocionales más peligrosos”, explicó Sandigo.

Algunos de esos cambios son la ira hacia las autoridades de todo tipo, rebeldía en las escuelas y problemas criminales que al final serán “consecuencias que el mismo estado tendrá que pagar”.

Sandigo asegura que la solución a este problema es tan fácil como que el presidente de los Estados Unidos Barack Obama firme una orden para detener las redadas.

“El presidente ha dicho en reiteradas ocasiones su voluntad de hacer justicia con estas familias, pero de palabrasa hechos hay muchas distancia”, opinó Sandigo.

Un pequeño grupo de estos niños estadounidenses regresan al país de origen de sus padres, la mayoría se queda con familiares, amigos o padrinos, en EE.UU. “pero ninguno de ellos puede suplir el papel de madre y padre que ellos necesitan”.

Escribe desde Washington, Gesell Tobías para La Voz de América

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