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Conozca la historia de los inmigrantes chinos


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El barrio chino en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, surgió en los años ‘80 como un centro de la comunidad taiwanesa, según Andrea Pappier, una investigadora que se ha dedicado a estudiar el desarrollo del barrio.

“Antes se llamaba la calle de Taiwán. No le decían barrio chino. Recién después del 2001 empezaron a venir muchos de China continental, y ahora superan a los taiwaneses en número”, contó Pappier, quien es coordinadora del Centro de Estudios Chinos del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.

En los años ’80, los taiwaneses estaban en plena expansión a todas partes del mundo, dijo Pappier, “y los que se asentaron en Argentina tenían un buen nivel económico”.

“Cambiaron la fisonomía del barrio”, contó. Abrieron sus comercios, escuelas, asociaciones y centros religiosos. Pero la crisis económica del 2001 afectó sus negocios y muchos tuvieron que irse del país, dijo la investigadora.

Los chinos continentales, en cambio, comenzaron a llegar a partir de los años ‘90. Actualmente, hay 60.000 chinos en Argentina, según cifras oficiales citadas por Pappier.

Pappier dijo que los cambios en el barrio comenzaron a notarse especialmente a partir del 2001, cuando comenzaron a abrir más comercios y tiendas.

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La inmigración de los chinos continentales también produjo otro fenómeno en Argentina: el “supermercadismo”, según Pappier.

“En Argentina hay un fenómeno muy particular y es que los chinos vienen con sus familias, se instalan y ponen supermercados. Tal es así que el 80% de los supermercados minoristas son de dueños chinos”, aseguró.

“Hay todo un tema con eso porque ellos venden productos a precios más baratos que otros supermercados. En Argentina hay mucha desconfianza y prejuicios hacia los chinos por ese motivo, pero igual todo el mundo va a comprarles a los chinos”.

“Ellos trabajan de una manera muy típica del chino, que es de lunes a domingo. Son muy trabajadores. Y venden a precios más bajos para vender más, pero también ganan más porque trabajan mucho y en familia”, contó.

Pese a que de a poco lograron adaptarse a la cultura argentina – especialmente las nuevas generaciones que son más adeptas a aprender el idioma – aún les gusta estar en comunidad. Es parte de su cultura, dijo Pappier.

“Les gusta estar en comunidad. Que haya un barrio chino en las capitales es un referente en todo el mundo. Y la comunidad no tiene solamente un sentido turístico. Hay un sentido de pertenencia al barrio y a las tradiciones chinas”. Escribe desde Buenos Aires, Argentina, Federica Narancio para la Voz de América.

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