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Homenaje a Ghiggia en el Maracaná


Ghiggia dejó la marca de sus pies en “El Paseo de la Fama” del Maracaná, en el mismo estadio donde logró la gloria máxima.

“Sólo tres personas enmudecieron el Maracaná: Frank Sinatra, el Papa Juan Pablo II y yo".

La frase corresponde a Alcides Edgardo Ghiggia, el hombre que con el numero 7 en la camiseta celeste de la selección de Uruguay, un 16 de julio de 1950, en el recién inaugurado Estadio Maracaná de Rio de Janeiro, corrió por la banda derecha a sólo 11 minutos de que concluyera la final de la Copa del Mundo, y remató fuerte entre el arquero Barbosa y el palo izquierdo del arco brasileño, para marcar el segundo gol y enmudecer a las 200 mil personas que se aprestaban a celebrar la primera Copa del Mundo para Brasil.

Así Ghiggia ingresó en la historia como el hombre que hizo posible el Maracanazo. Una de las mayores hazañas deportivas de la historia. Así cambió la historia y Brasil, que se sentía campeón desde antes de jugar aquella final, debió esperar otros ocho años y la irrupción de Pelé, para ganar su primer título en 1958.

El gol de Ghiggia generó una alegría infinita para su pequeño país de menos de tres millones de habitantes, una decepción extraordinaria en millones de brasileños y el asombro mundial.

Esa victoria es hasta hoy una representación, de que, en el deporte, ningún juego está definido hasta que la partida no acaba.

Su nombre siempre significó un mal recuerdo para Brasil, sin embargo 59 años después y a poco de cumplir 83 años de edad, Alcides Edgardo Ghiggia, aquel extremo derecho considerado como el mayor verdugo de la historia del fútbol brasileño, fue homenajeado en Brasil, en Rio de Janeiro y en el estadio Maracaná.

Ghiggia volvió a ingresar en la historia del mítico estadio brasileño, dejando la marca de sus pies en “El Paseo de la Fama” del Maracaná y se convirtió también en el centésimo homenajeado, en el mismo lugar donde logró la gloria máxima.

Con la misma humildad de siempre, Ghiggia dijo: "Estoy muy emocionado. Sólo quiero agradecer a todos desde mi corazón por la recepción que me han dado. Viva Brasil!”, concluyó el otrora jugador uruguayo.

El histórico extremo derecho que en sus años de gloria era también uno de los atacantes más veloces del mundo, se convirtió en el sexto extranjero en ser homenajeado en el Maracaná y suma su nombre al de estrellas como el sérbio Dejan Petkovic –campeón con el Flamengo-, el portugués Eusébio, el alemán Franz Beckenbauer, el paraguayo Julio César Romero y el chileno Elías Figueroa.

Entre los brasileños que han dejado su marca en el Maracaná se encuentran leyendas como Pelé, Zico, Garrincha -en forma póstuma-, Roberto Rivelino, Didi, Ronaldo, Roberto Dinamite, Tele Santana o Djalma Santos.

La derrota en Maracaná no sólo persiguió a los jugadores brasileños que perdieron esa final, sino que además, en la propia memoria colectiva brasileña es un capítulo difícil de cerrar, al punto que es la primera vez que aquella final se registra en el Museo del fútbol del Maracaná, donde si están las cinco Copas del Mundo que Brasil ganó en el extranjero.

Incluso el arquero de aquella selección brasileña, Barbosa, dijo un día, “la mayor pena que existe para un crimen en Brasil es de treinta años. Pero desde 1950 yo estoy condenando”.

En el país del fútbol ninguna comparación parece suficiente para aquello que el antropólogo Roberto da Matta describió como: "tal vez la mayor tragedia de la historia contemporánea de Brasil", y sobre la que el periodista y dramaturgo Nelson Rodrigues escribiera que: “cada pueblo tiene su catástrofe nacional, algo así como su Hiroshima. Nuestra catástrofe nacional, nuestro Hiroshima fue la derrota frente a Uruguay en 1950".

En el 2014, se volverá a jugar una Copa del Mundo de Fútbol en el país y la final en Maracaná, una segunda oportunidad para la selección más laureada de la historia para reivindicarse, con su propia historia.

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