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Elecciones en Egipto: "Elegir entre dos demonios"


Dibujo de la madre de un Martir en la plaza Tahrir, donde estos días se reanudan las protestas.
Dibujo de la madre de un Martir en la plaza Tahrir, donde estos días se reanudan las protestas.

Vemos la situación de Egipto desde los ojos de Salma, una veniteañera, economista y anigua manifestante de Tahrir. Para ella estos comicios se han convertido en una elección entre traicionar a sus principios o renunciar a un estado secular y desarrollado.

Salma Gaber es una joven de 21 años de El Cairo, recién graduada en Administración de Empresas por la Universidad Americana de su ciudad.

Hace un año y unos meses, Salma era una de las miles de personas que salieron de su casa y se enfrentaron al poderoso régimen militar de Hosni Mubarak, bajo el que habían vivido durante todas sus vidas. Como dice ella, “mi generación se levantó en la Plaza Tahrir durante dieciocho días para acabar con un régimen corrupto y hacer que nuestras voces se oyeran”.

Finalmente, el 11 de febrero de 2011, Mubarak tuvo que resignar y los frutos de los días de rabia, de las protestas y de la muerte de todos los que cayeron, comenzaron a llegar y siguen llegando, poco a poco hasta el día de hoy. El 23 y 24 de mayo de 2012, se celebró la primera vuelta de las elecciones egipcias, la segunda vuelta se celebrará el 17 de junio. Después, los militares entregarán por primera vez el poder al candidato que elijan los egipcios.

En los últimos días, las calles de El Cairo, la ciudad que nunca duerme, parecían un poco más bulliciosas de lo normal. Estaban todas llenas de carteles electorales. “En la universidad, había gente repartiendo panfletos y en Facebook, hubo una explosión de opiniones y pensamientos”, contó Salma a la Voz de América.

Según la joven, los días 23 y 24 de mayo fueron considerados como un verdadero cumpleaños para su país, como los días en que finalmente todo el mundo podría ejercer su derecho al voto y elegir a su presidente.

Cuando Salma fue a votar a su colegio electoral, se sentía feliz. Las banderas egipcias pintadas en las paredes, y las sonrisas de oreja a oreja de todos los que estaban allí, jóvenes y viejos, simbolizaban el orgullo de todos, “el orgullo de que haya llegado el día en el que nuestro voto finalmente cuenta”.

De entre los trece candidatos a presidente, “todos con grandes defectos” según Salma, los egipcios dieron en la primera vuelta su confianza mayoritariamente a dos candidatos que a esta joven economista cairota le desdibujaron la sonrisa de golpe.

Esos dos candidatos son el islamista de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, y Ahmed Shafiq, antiguo primer ministro del dictador Mubarak. Salma se refiere a Shafiq como un “felool”, la palabra de moda en Egipto, que se refiere a todo lo relacionado con el antiguo régimen. La joven universitaria se queja de que el ahora gobernante Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, le ha pagado la campaña a Shafiq, para evitar tener que rendir cuentas ante la justicia en caso de que gane otro candidato.

Ahora, Salma se lamenta de que tendrán que elegir entre estos dos candidatos. Explica que votar a Shafiq sería aceptar que incluso cuando conquistaron la oportunidad de escoger, eligieron votar en contra de todos los principios de la revolución, de sus propios principios. Además, no sería solo traicionar a sus principios, sino también a los que murieron, puesto que el candidato era miembro del gobierno que respondió con violencia a las protestas.

La otra opción, votar a los hermanos musulmanes, que ya tienen el poder en el parlamento, sería dar todo el poder a un partido que sienta sus bases en principios religiosos. Para Salma, esto acabaría con las posibilidades de su país de convertirse en un estado secular y pondría su desarrollo económico, político y social en riesgo.

Como ella misma lo resume “¿Entre dos demonios, a quién elegir?”.
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