A la edad de nueve años abandonó su comunidad en el departamento de Puno, Perú subida en un camión rumbo a la capital, Lima con la única esperanza de alcanzar una vida mejor.
Pero su sueño pronto se convirtió en pesadilla cuando enfrentó la dura realidad: la soledad, el tugurizado ambiente en un barrio marginal y el maltrato del que fue víctima cuando empezó a trabajar como empleada del hogar.
“Mi entusiasmo poco a poco se fue apagando porque sentía que estaba en un lugar a donde no pertenecía, me sentía sola lejos del afecto de mi mamá. A eso se sumaban las burlas y humillaciones que pasaba por ser quechua hablante.
Los niños me insultaban y se reían porque no hablaba bien castellano”, recuerda Josefa Condori Quispe, una mujer que pasó de ser víctima a una luchadora por los derechos de las niñas trabajadoras del hogar en su natal Perú.
Actualmente Josefa dirige el centro Yanapanakusun, en la ciudad del Cusco donde gracias a fundaciones como Global Fund for Children e instituciones privadas sirven a niñas trabajadoras y jóvenes en situación de riesgo.
Yanapanakusun, que significa “Ayudémonos” se fundó en 2001 y no solo ofrece servicios de salud, educativos, programas para fortalecer la autoestima sino también brinda albergue a un promedio de 30 niñas y jóvenes andinas que no tienen dónde vivir.
“Gracias a organizaciones como Global Fund for Children hemos podido ayudar a más de 600 niñas trabajadoras del hogar y queremos seguir ayudando a la niñez en general y combatir el trabajo infantil. Actualmente vivimos una esclavitud moderna cuando una niña queda aislada de su familia, atrapada en una casa en silencio, sin derechos siendo víctima de esclavitud disimulada o invisible”, declaró a la Voz de América, Josefa Condori Quispe.
Global Fund for Children destina un fondo a Yanapanakusun desde 2006.
Debido a su labor esta activista llegó a la capital de EE.UU. para recibir el premio “Free the Slaves” que otorga la organización Frederick Douglass a personas que han sobrevivido a la esclavitud y ahora hacen uso de su libertad para ayudar a otros.
“Estoy muy emocionada de que reconozcan mi trabajo y seguiré trabajando para que otras niñas no pasen lo que yo pasé. Mi mayor sueño es que de acá a un tiempo no muy lejano no existan niños trabajadores a quienes le roben su infancia.
Tenemos que sensibilizar más a la sociedad del mundo para acabar con este gran problema social”, expresó Josefa Condori en entrevista a la Voz de América.
Pero su sueño pronto se convirtió en pesadilla cuando enfrentó la dura realidad: la soledad, el tugurizado ambiente en un barrio marginal y el maltrato del que fue víctima cuando empezó a trabajar como empleada del hogar.
“Mi entusiasmo poco a poco se fue apagando porque sentía que estaba en un lugar a donde no pertenecía, me sentía sola lejos del afecto de mi mamá. A eso se sumaban las burlas y humillaciones que pasaba por ser quechua hablante.
Los niños me insultaban y se reían porque no hablaba bien castellano”, recuerda Josefa Condori Quispe, una mujer que pasó de ser víctima a una luchadora por los derechos de las niñas trabajadoras del hogar en su natal Perú.
Actualmente Josefa dirige el centro Yanapanakusun, en la ciudad del Cusco donde gracias a fundaciones como Global Fund for Children e instituciones privadas sirven a niñas trabajadoras y jóvenes en situación de riesgo.
Yanapanakusun, que significa “Ayudémonos” se fundó en 2001 y no solo ofrece servicios de salud, educativos, programas para fortalecer la autoestima sino también brinda albergue a un promedio de 30 niñas y jóvenes andinas que no tienen dónde vivir.
“Gracias a organizaciones como Global Fund for Children hemos podido ayudar a más de 600 niñas trabajadoras del hogar y queremos seguir ayudando a la niñez en general y combatir el trabajo infantil. Actualmente vivimos una esclavitud moderna cuando una niña queda aislada de su familia, atrapada en una casa en silencio, sin derechos siendo víctima de esclavitud disimulada o invisible”, declaró a la Voz de América, Josefa Condori Quispe.
Global Fund for Children destina un fondo a Yanapanakusun desde 2006.
Debido a su labor esta activista llegó a la capital de EE.UU. para recibir el premio “Free the Slaves” que otorga la organización Frederick Douglass a personas que han sobrevivido a la esclavitud y ahora hacen uso de su libertad para ayudar a otros.
“Estoy muy emocionada de que reconozcan mi trabajo y seguiré trabajando para que otras niñas no pasen lo que yo pasé. Mi mayor sueño es que de acá a un tiempo no muy lejano no existan niños trabajadores a quienes le roben su infancia.
Tenemos que sensibilizar más a la sociedad del mundo para acabar con este gran problema social”, expresó Josefa Condori en entrevista a la Voz de América.