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Cable óptico Venezuela-Cuba: 'operativo' pero no funciona


Una línea de boyas marcan el punto donde inicia el cable de fibra óptica que conecta Venezuela con Cuba, en La Guaira, estado de Vargas, Venezuela.
Una línea de boyas marcan el punto donde inicia el cable de fibra óptica que conecta Venezuela con Cuba, en La Guaira, estado de Vargas, Venezuela.

Estaba supuesto a multiplicar por 3.000 la velocidad de internet en la isla, pero por el momento, nadie en Cuba se ha dado cuenta.

El cable de fibra óptica que enlaza a Venezuela y a Cuba “está absolutamente operativo”, según dijo el ministro de Ciencia y Tecnología venezolano, Jorge Arreaza en un encuentro con medios internacionales; pero la lentitud con que los cibernautas cubanos se conectan a la internet, eso es “asunto soberano” de Cuba, explicó el funcionario.

El gobierno de Raúl Castro oficializó el pasado febrero la recepción del cable submarino, que debería haber multiplicado la velocidad de transmisión de datos, imágenes y voz por 3.000.

La instalación está a cargo de la empresa franco-china Alcatel Shanghai Bell a un costo estimado en $70 millones. El cable, con una extensión de 1.630 kilómetros, va desde la playa de Camuri en Venezuela a Siboney en Cuba, pero se ha extendido a Jamaica y probablemente se extenderá aún más hasta Haití y República Dominicana.

Se supone que el cable sustituiría la vieja y lenta conexión satelital que Cuba utilizaba desde 1996, cuya modificación requería licencia del departamento del Tesoro de Estados Unidos, que mantiene un embargo contra la isla desde hace 50 años.

No obstante los cubanos con acceso a internet no han notado ninguna mejora.

“Conectarse a internet en Cuba es una operación que desafía la paciencia de cualquiera... se puede tardar varios minutos en lograr que baje la página más sencilla y hasta horas para obtener un vídeo o un archivo que simplemente contenga imágenes”, dice uno los internautas entrevistados.

Por ejemplo, para los cubanos, YouTube es irrelevante porque no se puede ver; un video de 500 megabytes tarda en descargar entre 28 y 46 horas desde iTunes; artistas y fotógrafos aseguran que es casi imposible ver en línea el trabajo de otros y las personas prefieren intercambiar fotos digitales usando tarjetas de memorias antes que enviarlas por correo electrónico.

Desde el principio, el gobierno aseguró que hospitales y universidades tendrían prioridad en la conexión al nuevo sistema así como el uso que fuera considerado de interés público. Los millones de cubanos con poco o ningún acceso a internet en sus casas tendrían que esperar.

Ramón Linares, viceministro de Informática y Comunicaciones de Cuba, dijo a principios de del año que "el despliegue de la conectividad no se resuelve de un día para otro, porque cuesta mucho dinero y son necesarias otras inversiones".

Para el comunicólogo venezolano Antonio Pasquali, la afirmación de Linares explica sólo en forma parcial por qué el cable no se traduciría necesariamente en acceso a internet para todos los cubanos, mientras que podría tener otros usos no declarados públicamente por las partes.

"Es cierto que el último kilómetro de internet es siempre una línea de teléfono. Cuba es uno de los 13 países del planeta que ha perdido densidad telefónica en los últimos veinte años. Las redes civiles están peor que cuando las dejó (Fulgencio) Batista. (Sin embargo) otra cuestión es si van a abrir políticamente a los cubanos al mundo ", indicó.

Las teorías de por qué no funciona el cable van desde que “se lo comieron los tiburones” hasta señalar que los involucrados en el proyecto se robaron el dineros y están presos.

Los más serios indican que la capacidad del cable está sobredimensionada, pero de todos modos, también está destinada a prestar servicios a las operaciones de espionaje electrónico chinas en Cuba, específicamente a la Base Titán China, en Bejucal, provincia de La Habana, y al otro centro de escuchas chino localizado en Santiago de Cuba.

Preguntado por el uso de ese cabe en la isla, el ministro Arreaza se limitó a decir “Esta es una pregunta que tiene que hacerle al gobierno cubano”.

A Venezuela, agregó Arreaza, “como todo cable submarino, nos da acceso, nos libera conexiones, nos da nuevos caminos para interconectarnos”.

Pero quizá no se el caso para los cubanos.
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