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Creada para combatir el crimen, nueva Guardia Nacional ahora detiene a migrantes


Miembros de la Guardia Nacional de México escoltan a una mujer nicaraguense y su hija después de detenerlas cuando intentaban cruzar ilegalmente la frontera entre los Estados Unidos y México, en Ciudad Juárez, México, 21 de junio de 2019. REUTERS / Jose Luis Gonzalez.
Miembros de la Guardia Nacional de México escoltan a una mujer nicaraguense y su hija después de detenerlas cuando intentaban cruzar ilegalmente la frontera entre los Estados Unidos y México, en Ciudad Juárez, México, 21 de junio de 2019. REUTERS / Jose Luis Gonzalez.

Un convoy de camiones de la policía estatal y municipal ruge en la frontera entre México y Estados Unidos en Ciudad Juárez para enfrentar a sicarios del cártel, pasando por guardias nacionales que patrullan las orillas del Río Bravo en busca de migrantes que intentan cruzar a Estados Unidos.

“Deberíamos estar con ellos, no aquí. Somos soldados”, refunfuña uno de los tres guardias vestidos con uniforme de camuflaje, cuyas palabras fueron escuchadas por un reportero de Reuters. Estaba frustrado porque las órdenes le impedían ir a apoyar a la policía en el tiroteo con los criminales.

La Guardia Nacional es una nueva fuerza de seguridad creada por el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para reducir las tasas récord de homicidios.

Pero ahora se le ha encomendado la tarea de patrullar la frontera para cumplir demandas del presidente Donald Trump, quien ha exigido a México detener el flujo de centroamericanos que se encaminan a Estados Unidos a través de su territorio o arriesgarse a la imposición de aranceles a productos mexicanos.

Miembros de la Guardia Nacional de México se ubican bajo el puente internacional Paso del Norte que conecta a EE.UU. y México, como parte de una operación en curso para evitar que los migrantes crucen ilegalmente a los Estados Unidos, en Ciudad Juárez, México. Junio 25, de 2019.
Miembros de la Guardia Nacional de México se ubican bajo el puente internacional Paso del Norte que conecta a EE.UU. y México, como parte de una operación en curso para evitar que los migrantes crucen ilegalmente a los Estados Unidos, en Ciudad Juárez, México. Junio 25, de 2019.

Si el despliegue de unos 21,000 efectivos de la Guardia Nacional en las fronteras norte y sur de México puede reducir el flujo de migrantes, López Obrador habrá logrado evitar los aranceles de Trump y frenar la apertura de otro frente en la guerra comercial mundial.

Sin embargo, si se utiliza casi un tercio de los efectivos de la Guardia Nacional para las tareas de migración, se reduce el número de fuerzas que se ocupan de uno de los problemas más acuciantes de México: la espiral de violencia que el año pasado costó la vida a 33,000 personas, una cifra sin precedentes que continuó aumentando en los primeros seis meses del mandato de López Obrador.

En Juárez, donde los asesinatos de los cárteles de la droga son especialmente presentes, mucha gente desearía que las tropas estuvieran ayudando a combatir el crimen.

La ciudad al otro lado de la frontera con El Paso, Texas, ha sido durante mucho tiempo sinónimo de guerra de cárteles, lo que elevó la tasa de asesinatos a 244 por cada 100,000 residentes para marzo de 2011, según datos recopilados por el grupo Mesa de Seguridad y Justicia, con sede en Juárez.

Con la ayuda de grupos de la sociedad civil y empresas, la ciudad logró avances muy difíciles para restaurar la seguridad, y para fines de 2015 la tasa de asesinatos se había reducido a 21 por cada 100,000, afirma el grupo, citando cifras de la fiscalía general.

Ahora, el crimen está volviendo a los niveles que se vieron por última vez en los días más oscuros de la guerra contra las drogas, con los homicidios quintuplicándose en los últimos tres años a 107 por cada 100,000 habitantes.

“Asesinatos, secuestros, extorsiones pasan a segundo plano para que el Ejército mexicano cuide a la frontera de Estados Unidos”, dijo Juan Hernán Ortiz, director de Ciudadanos para una mejor Administración Pública, una organización en Ciudad Juárez que vigila al gobierno local.

Migrantes de diferentes nacionalidades sostienen pancartas durante una protesta contra la larga espera para recibir documentos para legalizar la estadía y evitar que las Guardias Nacionales detengan a los migrantes en México, fuera de la oficina de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en Tapachula, México, el 20 de junio de 2019.
Migrantes de diferentes nacionalidades sostienen pancartas durante una protesta contra la larga espera para recibir documentos para legalizar la estadía y evitar que las Guardias Nacionales detengan a los migrantes en México, fuera de la oficina de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en Tapachula, México, el 20 de junio de 2019.

El gobierno mexicano no respondió a solicitudes de comentarios sobre las críticas.

La Guardia Nacional de Juárez, compuesta en su mayoría por soldados en servicio activo equipados con cascos balísticos, chalecos antibalas y rifles de asalto, es identificable por las pequeñas bandas en el brazo con las letras “GN”.

“En Ciudad Juárez tenemos al Ejército disfrazado de la guardia nacional cuidando que los migrantes no se acerquen a los Estados Unidos, cuando estamos regresando a una de las crisis de violencia en la ciudad mucho más grande”, destacó Ortiz.

TIROTEO EN EL PUENTE

El convoy policial que corría a cargo de la Guardia Nacional se dirigía a liberar a un estadounidense de 53 años secuestrado por miembros del cártel de Artistas Asesinos.

Una persecución en auto por las calles de Ciudad Juárez llevó a un tiroteo cerca del puente fronterizo de Zaragoza, dijo la fiscalía de Chihuahua. El estadounidense fue liberado, cuatro secuestradores fueron arrestados, otro fue asesinado y dos policías resultaron heridos.

Molestos por no poder participar en el rescate, los tres guardias permanecían en su puesto en busca de migrantes mientras patrullas de policía, una tras otra, con sirenas sonando, pasaban a toda velocidad hacia el lugar del tiroteo.

En este tramo de frontera el Río Bravo está seco. Reporteros de Reuters vieron un flujo constante de mujeres, niños y hombres caminando junto al lecho del río, fuera de la jurisdicción de los guardias y hacia Estados Unidos, donde agentes de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense los detuvieron.

Ante las acusaciones de que las tropas habían sido duras con los migrantes para disuadirlos de cruzar la frontera norte, López Obrador dijo el 25 de junio que la Guardia Nacional no tiene órdenes de detener a los migrantes.

Los propios guardias, apostados en grupos en puntos específicos de la frontera o que patrullan en vehículos militares cargados con armas pesadas, dicen que no detienen a los migrantes, sino que están allí para aconsejarles que no crucen a Estados Unidos.

Aún así, Reuters presenció la detención de al menos tres adultos y cuatro niños cuando intentaban cruzar a Estados Unidos después de que López Obrador hiciera esa declaración.

Entre ellos estaba la hondureña Lixa García, de 23 años, junto a sus dos hijas de cuatro años y 10 meses, cuando fue detenida a pocos metros de cruzar a El Paso y entregada a las autoridades de inmigración mexicanas, quienes decidirán si son deportadas a Honduras.

La semana pasada, el general de brigada Vicente Antonio Hernández, quien dirige las operaciones de la Guardia Nacional en los estados del sur de México, dijo que 20,000 migrantes habían sido “rescatados” desde el 17 de mayo, un eufemismo para identificar a los detenidos.

MANTENER A RAYA LOS ARANCELES

Algunos líderes empresariales e industriales en Ciudad Juárez dijeron que, con casi el 80% de las exportaciones mexicanas destinadas a Estados Unidos, apoyan el despliegue de tropas de la Guardia Nacional en la frontera norte si eso mantiene congelada la amenaza de aranceles de Trump.

“A mi lo que me interesa es que se cumpla lo acordado para que no nos vayan a poner aranceles. Independientemente de que si son efectivos o no (la Guardia Nacional), si es parte de lo que se pactó pues tienen que estar allí”, dijo Pedro Chavira, presidente de la asociación maquiladora INDEX.

México llegó a un acuerdo el 7 de junio con Estados Unidos para evitar los aranceles, estableciendo un período de 45 días para que el gobierno mexicano haga progresos palpables en la reducción de personas que intentan cruzar ilegalmente. Bajo ese acuerdo, México aceptó enviar tropas de la Guardia Nacional a la frontera.

Trump parece feliz, al menos por ahora, alabando a México por sus esfuerzos y diciendo que los aranceles están fuera de la mesa.

Pero, en Juárez, persisten las dudas sobre si contener la migración es la prioridad correcta para la nueva fuerza de combate de México, en una ciudad que se hunde cada vez más en la anarquía.

“Creemos es una cuestión de política de apagar los ánimos de los Estados Unidos y no es un trabajo y labor que debería estar haciendo la GN”, dijo Isabel Sánchez Quirarte, quien encabeza la organización Mesa de Seguridad y Justicia.

“Deberían estar haciendo trabajo de prevención para la delincuencia”, subrayó.

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