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Los colores de un sueño vivo


Galindo escapó de morir durante los atentados del 11 de septiembre. Ahora junto a otros supervivientes es dueño de un restaurante en Nueva York.
Galindo escapó de morir durante los atentados del 11 de septiembre. Ahora junto a otros supervivientes es dueño de un restaurante en Nueva York.

Aunque el 11 de septiembre es una fecha que trae tristes recuerdos, un grupo de supervivientes logró transformar la tragedia en un sueño.

“Si no existiera el 9/11 no existiera Colors”, dice Siby.

Este empresario se refiere a su restaurante, que comparte junto a otros 20 dueños, todos supervivientes de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Este grupo de cocineros, meseros, barrenderos, lavadores de platos y bartenders trabajaban como de costumbre en distintos restaurantes a los alrededores de las Torres Gemelas cuando ocurrió la tragedia.

“Me acuerdo que estaba preparando ensaladas romanas. Empacando todo para las 11:00 cuando empezaban a salir los trabajadores de las oficinas del World Trade Center”, recuerda Oscar Galindo, quien comenzó en la industria lavando platos y ahora es uno de los dueños del restaurante Colors.

Cuando sintió el impacto de los aviones sobre los edificios, Galindo corrió en busca de escape. La nube de polvo lo alcanzó a cubrir, pero por fortuna lo único que este mexicano perdió en la tragedia fue su trabajo.

“El restaurante no pudo mantenerse abierto porque ya no llegaron más clientes y por las tareas de limpieza. Entonces nos dejaron ir a todos”, recuerda Galindo.

Luego de varios meses de recuperación psicológica “porque tenía pesadillas con los atentados todo el tiempo y estaba cayendo en depresión”, además de no tener empleo, Galindo conoció a un grupo de antiguos trabajadores de restaurantes quienes compartían una historia similar, además de también estar desempleados.

En el grupo había cocineros, meseros, encargados de limpieza, de lavar platos, de atender a los clientes en la puerta, especialistas en bebidas entre otros: todo el personal necesario para abrir un restaurante. El resto fue cuestión de tiempo.

Pero Colors es más que un grupo de empresarios. “Se trata de un lugar que en realidad busca igualdad. Por eso el nombre, porque no importa la raza, ni la religión, representamos más de diez países y todo está integrado en el restaurante”, asegura Juan Carlos Ruiz, director regional de la organización.

Parte de este trato igualitario del que habla Ruiz tiene que ver con las ganancias. “En Colors todos ganan de acuerdo a sus necesidades. A todos se les respeta, nadie es más porque hace los negocios o menos porque es el que limpia”.

La comida también refleja la integración de la que habla Ruiz. Los platos fueron elegidos por cada uno de los integrantes del proyecto y sufren modificaciones luego de cada estación del año, “por lo que tenemos un menú muy internacional”.

Sin embargo, este restaurante no es sólo un concepto identificado por el nombre. Para Siby, otros de los dueños, el proyecto nada tiene que ver con el dinero.

“Nos importa la igualdad. Todos somos iguales. Colors existe porque existe el 911, pero nuestro objetivo asegurarnos que no vuelva a ocurrir otro 911, promoviendo la igualdad”.

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