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"Chalecos amarillos" mantienen la presión en Francia contra Macron y estallan disturbios


El impulso ha sido el malestar entre los trabajadores y la clase media-baja por el menor poder adquisitivo y la creencia de que Macron es sordo a las necesidades de los ciudadanos.
El impulso ha sido el malestar entre los trabajadores y la clase media-baja por el menor poder adquisitivo y la creencia de que Macron es sordo a las necesidades de los ciudadanos.

Manifestantes en París incendiaron motos y encendieron barricadas el sábado en el exclusivo Boulevard Saint Germain, luego de que manifestaciones contra el alto costo de la vida y lo que perciben como indiferencia del presidente Emmanuel Macron se volvieron violentas.

Las marchas callejeras de "chalecos amarillos" comenzaron pacíficamente en la capital francesa, pero degeneraron cuando los manifestantes cargaron contra la policía antidisturbios que bloqueaba los puentes sobre el río Sena.

Policías dispararon gases lacrimógenos para evitar que los manifestantes cruzaran el río y llegaran a la Asamblea Nacional. Un barco fluvial fue incendiado y un policía fue herido cuando le lanzaron una bicicleta desde una calle sobre la orilla del río.

A dos meses del comienzo de los bloqueos de carreteras y manifestaciones callejeras a veces violentas en París, los chalecos amarillos intentaron inyectar nueva fuerza a un movimiento que se debilitó durante las vacaciones de fin de año.

Sacudido por los disturbios, el gobierno de Macron comenzó el nuevo año a la ofensiva, calificando a quienes se manifiestan como agitadores que buscan derrocar al gobierno. La policía detuvo el miércoles por la noche a una de las figuras destacadas del movimiento.

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A primeras horas de la tarde del sábado, varios miles de manifestantes con chalecos reflectantes marcharon pacíficamente desde el bulevar de los Campos Elíseos hasta el centro de París.

Algunos cantaron el himno nacional, "La Marsellesa", otros agitaron pancartas que decían "¡Macron, renuncia!" y "Abolir los privilegios de la élite". Los grandes almacenes Galeries Lafayette cerraron brevemente, pero boutiques y restaurantes de lujo estaban en general abiertos.

El impulso ha sido el malestar entre los trabajadores y la clase media-baja por el menor poder adquisitivo y la creencia de que Macron es sordo a las necesidades de los ciudadanos y que promulga reformas que favorecen a los ricos.

"No tienen derecho a dejarnos en una mie... como esta", dijo el manifestante Francois Cordier. "Estamos hartos de tener que pagar todo el tiempo, hemos tenido suficiente de esta esclavitud. Deberíamos poder vivir con nuestros salarios".

Miles se reunieron en Burdeos en el sudoeste, en Rouen en el norte y en Marsella en el sureste, pero la convocatoria pareció mucho menor a la participación en las primeras semanas de las protestas.

Unas 25.000 personas salieron a las calles en todo el país, según BFM TV, apenas el 10 por ciento de la cantidad de las primeras semanas de protestas, pero más que la semana pasada.

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