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La marcha de mujeres pasa a la historia… y sus carteles a los museos


Muchas de las mujeres portaron carteles hechos en casa con lemas e imágenes desafiantes, esperanzados y a menudo descaradamente mordaces.
Muchas de las mujeres portaron carteles hechos en casa con lemas e imágenes desafiantes, esperanzados y a menudo descaradamente mordaces.

Algunos dijeron que los carteles son inspiradores y recuerdan un acto trascendental. Otros dijeron que no tienen lugar en los museos.

La marcha de las mujeres en protesta por la investidura del presidente Donald Trump acaso ha resultado ser doblemente histórica: por un lado tuvo una asistencia récord y por otro, los carteles empleados en la manifestación están siendo recogidos como tesoros culturales en museos, bibliotecas y universidades.

Pese a los intentos de ignorarla, la protesta el día después de la juramentación de Trump atrajo a más de un millón de personas en docenas de ciudades de Estados Unidos y en otras ciudades del mundo.

Muchas de las mujeres portaron carteles hechos en casa con lemas e imágenes desafiantes, esperanzados y a menudo descaradamente mordaces. Pero cuando las multitudes se marcharon y los dejaron atrás, algunos comisarios de museos y activistas corrieron para salvarlos.

En Boston, un grupo de profesores de la Universidad de Nordeste reunió rápidamente más de 1.000 carteles dejados en cercas y veredas de Boston Common por una multitud de unas 175.000 personas. Ahora preparan una exposición pública y confían en conservar algunos de los carteles en un archivo del centro.

"Era una especie de instalación pública llamativa, creada por el público", dijo Dietmar Offenhuber, profesor asistente de arte y diseño. "Representaba a una amplia variedad de voces distintas que estaban allí".

En la capital de Estados Unidos, el National Museum of American History envió a su personal a la Alameda Nacional para recoger lo que quedara tras una marcha que reunió a unas 500.000 personas.

Como para no generar resentimientos, el museo también señaló que había recogido objetos de la investidura de Trump para su colección de historia política, como siempre lo hace en las inauguraciones presidenciales.

Otros museos y bibliotecas acudieron a medios sociales para pedir a los manifestantes que donaran sus carteles, chapas y los gorros rosas tejidos que llevaban muchos asistentes.

Entre los que buscaban recuerdos estaban el Bishosgate Institute de Londres, el Royal Alberta Museum de Canadá, el National Underground Railroad Freedom Center en Cincinnati y el Worcester Art Museum en Massachusetts.

Sus esfuerzos encontraron reacciones dispares en medios sociales. Algunos dijeron que los carteles son inspiradores y recuerdan un acto trascendental. Otros dijeron que no tienen lugar en los museos.

La biblioteca Newberry de Chicago aceptaba carteles y fotos de las marchas de mujeres, pero eso es sólo el principio. Esta biblioteca independiente también planea reunir carteles y folletos de marchas de Black Lives Matter y otros actos de todo el espectro político.

"Es importante porque mucho de lo que recibimos está hecho a mano. Son las propias expresiones y sentimientos de la gente", dijo Martha Briggs, comisaria de manuscritos modernos en la institución. "Veinte años después no lo consigues necesariamente”.

Y sobre el debate de si la marcha fue histórica o no, Briggs afirma que es demasiado pronto para saberlo.

"En este momento en realidad no estamos en un punto en el que podamos juzgarlo", dijo. "Dejaremos eso a futuras generaciones cuando miren a todo esto".

Esta nota está basada en un cable de AP.

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