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El ‘reservado’ Bashar al-Assad


Human Rights Watch estima que miles de opositores han muerto desde que comenzaron los disturbios contra el gobierno de al-Assad hace ocho meses.
Human Rights Watch estima que miles de opositores han muerto desde que comenzaron los disturbios contra el gobierno de al-Assad hace ocho meses.

La llegada del Bashar al-Assad al poder causó una ola de esperanza para reformar el sistema político y económico en el país, pero el líder ha demostrado que no lo llevará a cabo.

La historia de Bashar al-Assad y su proceso hacia la presidencia de Siria son fundamentales para entender cómo se convirtió en el líder del país. Una revisión de la formación personal y política de al-Assad indica su capacidad de pensar sobre asuntos gubernamentales de forma diferente a la de su padre.

Bashar al-Assad nació en Damasco el 11 de septiembre de 1965, hijo de Aniseh y Hafez al-Assad. Creció en una casa llena de política y con la sombra de su padre, quien heredó la cabeza del gobierno en 1970, después de varias presidencias y dictaduras militares inestables.

A pesar de que su hermano mayor Basil al-Assad, se estaba preparando para reemplazar a su padre, su inesperada muerte en un accidente automovilístico causó un cambio en los planes.

Durante los siguientes seis años y medio, hasta su muerte en el año 2000, Hafez preparó a Bashar para la toma del poder. La transición tenía tres objetivos: obtener el apoyo de las fuerzas de seguridad, establecer una imagen pública fuerte y familiarizarlo con los mecanismos de gestión en el país, según afirma Flint Leverett, autor de un libro sobre el actual mandatario sirio.

Después de la muerte de su padre, en el año 2000, Bashar fue nombrado líder del Partido Baath y del ejército, y elegido presidente del país, con un masivo apoyo popular, según fuentes oficiales sirias.

La llegada del Bashar al poder causó una ola de esperanza para reformar el sistema político y económico en el país.

Bajo su liderazgo en los primeros años, el país experimentó un cierto grado de alivio, cuando cientos de presos políticos fueron liberados y se tomó algunos pasos hacia la reducción de las restricciones de los medios.

Pero el ritmo de cambio ha disminuido - no se tiene claro si ha empeorado - y al- Assad ha dejado claro que su prioridad es llevar a cabo una reforma económica y no política.

Esa decisión se ha notado más desde que comenzó la “Primavera Árabe” a principios de 2011. La organización defensora de los Derechos Humanos, Human Rights Watch, estima que miles de opositores han muerto desde que comenzaron los disturbios contra el gobierno de al-Assad hace ocho meses.

A su vez, este miércoles 16 de noviembre, la Liga Árabe pedirá formalmente a los países miembros que retiren a sus embajadores de Damasco en rechazo a la matanza de civiles en el país.

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