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Bajo el mismo techo que Obama


El presidente Obama camina por el corredor de entrada de regreso al salón Azul tras el histórico anuncio de la muerte de Osama bin Laden
El presidente Obama camina por el corredor de entrada de regreso al salón Azul tras el histórico anuncio de la muerte de Osama bin Laden

Poco se podía decir sobre lo que bajo ese mismo techo, el primer mandatario estadounidense estaba viviendo en las horas previas al discurso sobre el Estado de la Unión.

La puerta del corredor del Ala Este de la Casa Blanca se abrió suavemente, una puerta sobria, sencilla, que abre el camino a un corredor histórico y de pronto, fue como atravesar un portal a la historia.

Ese es el mismo corredor que se puede ver en algunas fotos de la Casa Blanca al presidente Barack Obama corriendo con el perro de la familia, Bo, una escena descontraida, alejada de las tantas jornadas de tensiones que ese mismo espacio ha albergado.

Pero este martes 24 de enero de 2012 no era un día más bajo el techo de la residencia presidencial.

Seguramente las hijas de la pareja presidencial, Malia y Sasha, estarían en sus clases, estudiando, como cada día.

Probablemente la madre política del presidente, Marian Robinson, hasta podría aspirar a mantener parte de su rutina diaria.

En cambio, para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, comenzaba un día histórico.

El día de su último discurso de su primer período de gobierno, antes de las próximas elecciones de noviembre de 2012, y sin ninguna certeza si los estadounidenses le darán su confianza para un segundo término.

Para la primera dama, Michelle Obama el día también estaba lejos de ser uno más también. Como la persona más cercana al mandatario, nadie sabe más que ella de lo que este día representa para su esposo, más que para el presidente. Pero además, debía estar preparada para su rol de anfitriona de una veintena de invitados especiales, muchos de ellos ciudadanos comunes, sin dudas, los estadounidenses más importantes.

Sin embargo, en la visita de algo más de una hora, recorriendo la histórica sala este, los salones verde, rojo, azul y el comedor de estado, donde líderes de todo el mundo han sido recibidos por los presidentes estadounidenses desde hace más de un siglo, poco se podía decir sobre lo que bajo ese mismo techo, el primer mandatario estadounidense estaba viviendo en las horas previas al discurso sobre el Estado de la Unión.

La coincidencia feliz de poder caminar dentro de la mansión presidencial en un día tan especial, fue una forma más personal de revivir el año que ha quedado atrás.

Ni siquiera había pensado en las semanas previas al respecto. Sólo fue días antes que la coincidencia de fechas obligó a pensar dos veces en como algunas cosas ocurre.

De pronto, una actividad de familia, se transformó en una anécdota inolvidable.

El recorrido adquirió entonces otra dimensión.

En particular, al rememorar la noche del 1º de mayo de 2011, cuando el presidente Obama emergió desde el salón azul, por la puerta que está coronada con el sello presidencial, caminó hasta la puerta que da a la sala del Ala Este, y frente al podio hizo una declaración breve, sustantiva, histórica, al anunciar la muerte de Osama bin-Laden.

Caminar por donde en aquella noche lo hizo el mandatario, casi sobre sus mismos pasos, bajo ese mismo techo, representó una experiencia única, una forma de revivir tantas jornadas históricas de un año histórico.

Aún faltaban horas para el discurso presidencial. Pero esta noche, miraré y escucharé el discurso sobre el Estado de la Unión, ese paradigmático ensayo anual de democracia, cuando el ejecutivo rinde cuentas al legislativo, en presencia de la justicia y el pueblo, enriquecido por la experiencia de al menos por un momento, haber estado sobre los pasos del protagonista central de este evento histórico.

Los pasos del presidente de los Estados Unidos, después de haber compartido al menos durante una breve parte del día, su mismo techo.

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