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90 años de voto femenino en EE.UU.


El movimiento comenzó con un grupo de activistas lideradas por Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton, quienes en 1848 reclamaron públicamente que las mujeres merecían los mismos derechos que los hombres.
El movimiento comenzó con un grupo de activistas lideradas por Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton, quienes en 1848 reclamaron públicamente que las mujeres merecían los mismos derechos que los hombres.

Este año se conmemora el 90 aniversario de la enmienda 19 a la constitución estadounidense que concedía a las mujeres el derecho a votar. Tras siete décadas de activismo, las mujeres estadounidenses sellaron sus primeros votos en las elecciones presidenciales de 1920. El aniversario permite mirar atrás y contemplar el movimiento sufragista y el papel que la mujer juega en el mundo de la política hoy en día.

La herencia de este movimiento recae hoy sobre mujeres como Nancy Pelosi, la primera Speaker del Congreso, Hillary Clinton, secretaria de Estado, o Sara Palin, candidata a la vicepresidencia en el partido republicano. Tres mujeres que han causado un innegable impacto en la política. Su visibilidad da fe del progreso de los derechos de la mujer en Estados Unidos. Pero sus logros han sido construidos con los esfuerzos de las mujeres a lo largo de más de un siglo, las mismas que lucharon por un derecho básico en la democracia: el derecho a votar.

El movimiento comenzó con un grupo de activistas lideradas por Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton, quienes en 1848 reclamaron públicamente que las mujeres merecían los mismos derechos que los hombres.

Susan Scanlan, presidenta del Instituto para la Investigación y la Educación de las Mujeres, recuerda que “las sufragistas eran esposas y madres de mediana edad y clase media-alta. Habían ido a la universidad o a la escuela secundaria. Se encontraban en posiciones privilegiadas y entendieron que, sin acceso a los votos, sus vidas no estaban en sus manos”.

El movimiento se vino abajo con la llegada de la guerra civil. Pero la lucha por el sufragio femenino resurgió de nuevo 50 años después de la mano de Alice Paul, abogada y principal figura del movimiento emergente. Un día antes del debut del presidente Woodrow Wilson en 1913, Alice Paul organizó un desfile para captar la atención de todo el país.

“Nadie había visto nunca tantas mujeres movilizadas en la calle, vestidas de varios colores y representando diferentes colectivos: socialistas, trabajadoras, con estudios, mujeres de color, algunos grupos de hombres… Las mujeres exigieron una enmienda federal que reconociera su derecho”, explica Elisabeth Crum, desde el museo de la casa de Alice Paul.

El movimiento captó la atención de todos los medios, pero obtuvo muy poco apoyo público. Así, desde 1917 comenzaron a convocar piquetes a las puertas de la Casa Blanca. Muchas mujeres fueron enviadas a la cárcel como resultado, pero consiguieron que la opinión pública cambiara. Un año después la enmienda 19 llegó al Congreso, aunque no sería ratificada hasta el 18 de agosto de 1920.

Desde entonces, las sufragistas presionaron también por los derechos al divorcio y a la propiedad y a un salario igual al de los hombres, una lucha que llevó décadas y que aún perdura. Cuando la propuesta de enmienda a la igualdad de derechos fracasó, las mujeres estadounidenses acudieron en masa a votar. Las recientes elecciones demuestran que lo hacen en mayor número que los hombres. Y también que votan diferente.

“En las elecciones de 2008, votaron ocho millones más de mujeres que de hombres. Las mujeres siempre tienden a favor de los asuntos familiares, de educación y del bienestar, mientras que los hombres son más agresivos a la hora de apoyar temas internacionales o presupuestarios”, analiza Scanlan.

Han pasado nueve décadas desde que las mujeres lograran el derecho a votar y todavía queda mucho trabajo por hacer. Las mujeres representan sólo el 17 por ciento de los miembros de ambas cámaras, tanto del Senado, como de la Cámara de los Representantes. Pero mujeres como Nancy Pelosi, Hillary Clinton o Sarah Palin están dejando huella en la política estadounidense con un mensaje claro: las mujeres norteamericanas deben ser tenidas en cuenta.

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