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Carta de la Presidenta de la SIP a Hugo Chávez


Washingtonpost.com
Sábado 29 de julio de 2006

Estimado Presidente Chávez:

La semana pasada pasé tres días en Venezuela haciéndole un seguimiento a una invitación abierta de un representante de la legislatura venezolana. La invitación fue hecha durante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en marzo. Tenía la esperanza de poder conocerlo a usted y a otros los miembros del gobierno estatal y federal de Venezuela para sostener un diálogo abierto sobre libertad de expresión y libertad de prensa en su país. Para mi pesar, nadie del gobierno de Venezuela estuvo dispuesto a reunirse. En vez de tener ese diálogo, encontré a la organización que represento en la inusual circunstancia de ser objeto de insultos por parte de funcionarios de su gobierno, conducta solo comparada a lo que mis hijos hacen cuando les da una rabieta y no pueden pensar en nada mejor que decir.

Aquí va lo que me hubiese gustado decirle, si hubiéramos tenido la oportunidad.

Como Jefe de la República Bolivariana de Venezuela, cuya fundación estuvo arraigada en los movimientos democráticos de finales del siglo 18 y principios del 19, ¿qué le preocupa en cuanto a una prensa libre verdaderamente independiente? Como dijo Simón Bolívar en su Carta de Jamaica, escrita en Kingston, el seis de septiembre de 1815: “Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para la convocación de congresos que produjeron alteraciones importantes. Venezuela erigió un gobierno democrático y federal, declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo leyes generales en favor de la libertad civil, de imprenta y otras...”.

Aparentar estar de acuerdo con el concepto de libertad de prensa y libertad de expresión es solo lealtad de la boca para afuera. La actual Constitución Venezolana establece la libertad de expresión y el derecho a la información, pero requiere que esa información sea “oportuna, veraz e imparcial”. Todas esas cualidades son subjetivas. Lo que es imparcial para usted podría no serlo para otros y viceversa. Recuerde los días, no hace mucho, bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez, cuando fueron confiscadas copias de los periódicos que publicaran su fotografía, y su vicepresidente, José Vicente Rancel, fue acosado y amenazado por artículos que él escribió en que criticaba al régimen.

Si un gobierno confía en que representa la voluntad del pueblo y trabaja en su mejor interés, entonces ese gobierno debería tener la suficiente seguridad como para soportar el escrutinio crítico de la prensa. Al restringir la libertad de prensa y la libertad de expresión, desaparece un derecho esencial que pertenece no a la prensa sino al pueblo venezolano.

¿Cómo se puede servir a los intereses del pueblo amenazando con retirar licencias de radio y TV a los medios independientes si dichos medios publican o transmiten noticias que no sean del agrado del gobierno o de uno de sus funcionarios? ¿Cómo puede servir a los intereses del pueblo permitir que el gobierno no solo decida el contenido editorial y las políticas de contratación de personal, sino también limite los horarios de transmisión de noticias? ¿Qué hace que los esfuerzos el gobierno del estado Bolívar por cerrar el diario venezolano Correo del Caroní sean más que un torpe intento de silenciar a un medio de difusión independiente y sentar ejemplo para otros que se atrevan a criticar al gobierno?

En la era de la telefonía celular, la Internet, y los mensajes instantáneos, es difícil controlar la información. Será muy difícil esconderla del pueblo venezolano. Al tratar de eliminar los medios independientes, solo se hará que el pueblo de Venezuela y el resto del mundo se pregunten qué está usted tratando de esconder.

¿Por qué no permitir que los medios independientes florezcan en su país? Deje que Venezuela sea el modelo de tolerancia para el resto del hemisferio y tenga la confianza de permitir que sean conocidas diversas opiniones. Como escribió Walter Lippman, columnista estadounidense del siglo XX, “Una prensa libre no es un privilegio, sino una necesidad orgánica en una gran sociedad”. Venezuela puede ser esa gran sociedad, pero primero debe tener una verdadera prensa libre que se aplique no solo al derecho de un individuo a publicar ideas sino también al derecho de los medios impresos y radiofónicos de publicar y transmitir opiniones políticas y reportar noticias libremente, sin interferencia, intimidación o represalia.

Depende de usted, Sr. Presidente, liderar y continuar la tradición de una prensa libre en Venezuela, comenzada hace tantos años por Simón Bolívar.

Diana M. Daniels es Consejera Legal del Washington Post Co. y presidenta de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP. Ella visitó recientemente Venezuela, acompañada de representantes de Chile, Guatemala, y República Dominicana.

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