Lejos de ofrecer algún gesto conciliatorio, el mandatario arremetió contra los republicanos por “el espectáculo que hemos visto en las últimas semanas”, pero se mostró optimista de que, a pesar de lo que ha costado a los estadounidenses y a la economía, hay posibilidades de recuperarse.
“Somos la nación indispensable en la que el resto del mundo espera invertir”, dijo. “Nuestro crédito sigue incuestionable”, pero advirtió que el país debe seguir progresando y que debe cambiar el modo en que se hacen las cosas.
Propuso tres temas para seguir trabajando: negociar un presupuesto “balanceado y responsable”, especialmente ahora que la ley que firmó anoche lo requiere; terminar el trabajo de reparar un sistema inmigratorio arruinado; y aprobar una nueva ley agrícola.
“Las tres harían una gran diferencia si nos enfocamos en lo que es bueno para el pueblo estadounidense”, agregó.
Prometió buscar "socios dispuestos a hacer lo que hay que hacer", añadiendo que "no hay razón para no poder gobernar responsablemente a pesar de nuestras diferencias".
El presidente terminó agradeciendo a los trabajadores federales por su sacrificio durante esta crisis.