Tras ser entregado el pasado miércoles 30 de mayo por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el periodista Francés Romeo Langlois relató el dramático momento en el que fue secuestrado y negó pertenecer al grupo irregular colombiano.
El comunicador agradeció a los mandos militares colombianos que le permitieron asistir a la operación en la que fue capturado, rechazó nuevamente su estatus de “prisionero de guerra”, dado por las FARC, ya que en el momento de su captura nunca usó uniformes del ejército. Sólo llevaba un chaleco y un casco proporcionado por los militares para su protección y pero agradeció habérselas puesto porque le salvaron la vida.
Langlois dijo que su caso había sido usado con fines políticos y consideró “de mal gusto” las afirmaciones del expresidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, que sugerían su afinidad con la guerrilla colombiana.
Uribe había dicho a través de Twitter que el secuestro de Langlois era una farsa y que el periodista tenía vínculos con las FARC.
“Langlois, nos nos engañe más, el 50% de las familias colombianas hemos sido víctimas de los terroristas a quienes ud promociona”, tuiteó el exmandatario a través de su cuenta @AlvaroUribeVel.
Por su parte, el comunicador señaló que Uribe fue uno de los responsables de que su liberación se retrasara y que las especulaciones en su contra, fueron por rencillas personales.
"Es un rencor personal porque no le gustó una pregunta que le hice tiempo atrás para un documental. Es una campaña sucia contra mi persona. Él debería haberme llamado para felicitarme por mi libertad”, declaró el reportero.
Ante estas acusaciones el colectivo Reporteros Sin Fronteras criticó este a través de un comunicado a Uribe por tratar de "ensuciar la reputación" del periodista francés Roméo Langlois.
En su defensa, Langlois respondió que no se identifica para nada con la guerrilla y que su relación con ellos es profesional, aunque señaló que las FARC están cansadas de este conflicto de 48 años y sí quieren buscar una salida negociada.
El comunicador agradeció a los mandos militares colombianos que le permitieron asistir a la operación en la que fue capturado, rechazó nuevamente su estatus de “prisionero de guerra”, dado por las FARC, ya que en el momento de su captura nunca usó uniformes del ejército. Sólo llevaba un chaleco y un casco proporcionado por los militares para su protección y pero agradeció habérselas puesto porque le salvaron la vida.
Langlois dijo que su caso había sido usado con fines políticos y consideró “de mal gusto” las afirmaciones del expresidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, que sugerían su afinidad con la guerrilla colombiana.
Uribe había dicho a través de Twitter que el secuestro de Langlois era una farsa y que el periodista tenía vínculos con las FARC.
“Langlois, nos nos engañe más, el 50% de las familias colombianas hemos sido víctimas de los terroristas a quienes ud promociona”, tuiteó el exmandatario a través de su cuenta @AlvaroUribeVel.
Por su parte, el comunicador señaló que Uribe fue uno de los responsables de que su liberación se retrasara y que las especulaciones en su contra, fueron por rencillas personales.
"Es un rencor personal porque no le gustó una pregunta que le hice tiempo atrás para un documental. Es una campaña sucia contra mi persona. Él debería haberme llamado para felicitarme por mi libertad”, declaró el reportero.
Ante estas acusaciones el colectivo Reporteros Sin Fronteras criticó este a través de un comunicado a Uribe por tratar de "ensuciar la reputación" del periodista francés Roméo Langlois.
En su defensa, Langlois respondió que no se identifica para nada con la guerrilla y que su relación con ellos es profesional, aunque señaló que las FARC están cansadas de este conflicto de 48 años y sí quieren buscar una salida negociada.
