En Nicaragua, el gobernante partido Sandinista ha fortalecido su control en la nación centroamericana, ganando un apabullante número de elecciones locales en la votación del pasado 4 de noviembre.
Observadores electorales de la Organización de Estados Americanos describieron algunos problemas con las listas de votación, pero expresaron que el proceso se realizó en una atmósfera de civismo, en medio de una baja asistencia.
Quejas de otros, no obstante, han generado preocupaciones de que prácticas que han amañado elecciones previas, continúan doblegando la voluntad del pueblo nicaragüense.
El Consejo Supremo Electoral reportó que el Partido Sandinista ganó 134 de 153 alcaldías. Una oposición fragmentada ganó las restantes. Hubo peleas en algunas áreas entre partidarios del Presidente Daniel Ortega y opositores, en las que tres personas resultaron muertas. Ortega fue relegido el año pasado en medio de protestas similares, después que la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, dominada por magistrados designados por el Presidente, rechazó una prohibición de ejercer mandatos consecutivos.
A Estados Unidos le preocupa que las elecciones no pudieron demostrar un grado de transparencia que garantice a los nicaragüenses y a la Comunidad Internacional que el proceso reflejó la voluntad del pueblo de Nicaragua.
Hubo extensas quejas acerca de la manera sesgada en la que el Consejo Electoral dirigió los preparativos para la elección y la conducta de la entidad el día de la elección. Entre las irregularidades se menciona a ciudadanos a quienes se les negó el derecho al voto, no se respetó el secreto del voto ciudadano y se reportaron casos de electores a los que se les permitió votar varias veces. Quejas similares se han presentado en muchas de las recientes elecciones en Nicaragua.
La vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, dijo y citamos: “Una vez más exhortamos al gobierno de Nicaragua a implementar las recomendaciones de la Unión Europea y de las misiones de observación electoral de la Organización de Estados Americanos, hechas luego de las controversiales elecciones nacionales de 2011, y a ratificar su compromiso con la democracia representativa contemplada en la Carta Democrática Interamericana y la Carta de la OEA”.
Observadores electorales de la Organización de Estados Americanos describieron algunos problemas con las listas de votación, pero expresaron que el proceso se realizó en una atmósfera de civismo, en medio de una baja asistencia.
Quejas de otros, no obstante, han generado preocupaciones de que prácticas que han amañado elecciones previas, continúan doblegando la voluntad del pueblo nicaragüense.
El Consejo Supremo Electoral reportó que el Partido Sandinista ganó 134 de 153 alcaldías. Una oposición fragmentada ganó las restantes. Hubo peleas en algunas áreas entre partidarios del Presidente Daniel Ortega y opositores, en las que tres personas resultaron muertas. Ortega fue relegido el año pasado en medio de protestas similares, después que la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, dominada por magistrados designados por el Presidente, rechazó una prohibición de ejercer mandatos consecutivos.
A Estados Unidos le preocupa que las elecciones no pudieron demostrar un grado de transparencia que garantice a los nicaragüenses y a la Comunidad Internacional que el proceso reflejó la voluntad del pueblo de Nicaragua.
Hubo extensas quejas acerca de la manera sesgada en la que el Consejo Electoral dirigió los preparativos para la elección y la conducta de la entidad el día de la elección. Entre las irregularidades se menciona a ciudadanos a quienes se les negó el derecho al voto, no se respetó el secreto del voto ciudadano y se reportaron casos de electores a los que se les permitió votar varias veces. Quejas similares se han presentado en muchas de las recientes elecciones en Nicaragua.
La vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, dijo y citamos: “Una vez más exhortamos al gobierno de Nicaragua a implementar las recomendaciones de la Unión Europea y de las misiones de observación electoral de la Organización de Estados Americanos, hechas luego de las controversiales elecciones nacionales de 2011, y a ratificar su compromiso con la democracia representativa contemplada en la Carta Democrática Interamericana y la Carta de la OEA”.