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Polémico oleoducto vence primer obstáculo


Ambientalistas protestan en Washington contra la construcción del oleoducto Keystone XL.
Ambientalistas protestan en Washington contra la construcción del oleoducto Keystone XL.

El Departamento de Estado de EE.UU. no pone objeciones medioambientales al tan debatido proyecto Keystone XL, que ha sido tema de discordia con la industria petrolera y Canadá.

El demorado por polémico oleoducto Keystone XL, que atravesaría EE.UU. desde Canadá hasta la costa del Golfo, se acercó más a la realidad esta semana después de que el Departamento de Estado no puso mayores reparos a su construcción.

Se estaba a la espera de que el Departamento de Estado pusiera objeciones medioambientales al proyecto, pero aunque el tan esperado informe no llega a recomendar expresamente su construcción sugiere que el oleoducto tendría poco impacto en el calentamiento global.

Ahora la Agencia de Protección del Medio Ambiente y otras instancias tendrán tres meses para emitir sus comentarios sobre si el proyecto es recomendable o no y si responde al interés nacional. La evaluación del Departamento de Estado es decisiva porque el oleoducto involucra a otro país (Canadá).

Legisladores demócratas y ambientalistas se han opuesto al oleoducto con el argumento de que tendría repercusiones en el cambio climático—en adición al peligro de derrames—, pero ahora el reporte dejaría las manos libres al presidente Barack Obama para eventualmente darle luz verde a pesar de esa oposición.

Obama declaró a mediados del año pasado que aprobaría el proyecto si éste “no exacerbaba significativamente” el problema de las emisiones de gases con efecto invernadero.

El informe precisa además que otros métodos de transportar el petróleo a través del territorio estadounidense, como sería por tren, en camiones o barcazas tendrían un gran impacto adverso y contribuirían más que el oleoducto al calentamiento global.

Grupos sindicales, empresariales, y legisladores republicanos han defendido a capa y espada el proyecto, valorado en $7 mil millones de dólares, alegando que daría paso a la creación de miles de empleos y contribuiría a la independencia energética por la que tanto aboga el presidente.

El oleoducto tiene además gran peso electoral puesto que es muy respaldado en estados productores de gas, donde legisladores demócratas que este año se juegan la reelección, como es el caso de los senadores Mary Landrieu (Louisiana), Mark Begich (Alaska) y Mark Pryor (Arkansas) la perderían de no apoyarlo.

De llegarse a terminar, más de 800 mil barriles de crudo canadiense recorrerían diariamente casi 1.900 kilómetros hasta un centro receptor en Nebraska, desde donde seguirían su trayecto hasta refinerías en la costa del Golfo, en Texas.

Hace dos años, el presidente Obama echó a un lado el proyecto Keystone XL alegando que no tenía suficiente tiempo para valorarlo antes del plazo puesto por los congresistas republicanos, y de paso postergó el candente asunto hasta después de las elecciones de 2012.

Su decisión entonces cayó como un balde de agua fría a Canadá, un histórico aliado de Washington para el que el oleoducto es de vital importancia. El 97 por ciento de las exportaciones energéticas canadienses tienen como destino EE.UU.
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