Massoud Adipour, un joven de 30 años de edad residente en la capital de EE.UU., se propuso hacer sonreír a quienes van al trabajo en Washington los lunes en la mañana, el día menos agradable de la semana, y lo ha conseguido.
Adipour, quien sumó al proyecto a su novia, Bonnie Culpepper, es el creador de la iniciativa Make DC Smile (Hacer sonreír a Washington) mediante un cartel que exhibe en la vía pública increpando los lunes a todo el que pase y ame a alguien a que haga sonar la bocina de su automóvil.
El joven dice que el proyecto probablemente le cambió la vida 180 grados cuando empezó a mostrar el cartel en una intersección de mucho tráfico en agosto del año pasado y así lo hizo durante seis meses todos los lunes.
De esa manera, lo que empezó como una especie de experimento social al final del día se transformó en algo mayor, porque según Adipour se dieron cuenta de que al cabo de cinco minutos muchísima gente saludaba, estaban sonriendo, se podía notar la diferencia en el rostro de las personas.
“Ha sido estupendo porque hemos podido compartir este proyecto no solo entre nosotros sino con toda la comunidad, el país y el mundo—dijo—así que ha sido algo muy especial”.
Adipour subrayó que se trata de una de esas cosas que resulta difícil emprender pero que cuando uno las lleva a la práctica experimenta de primera mano el cambio. “Es simplemente una pequeña cosa que va sumando hasta convertirse en algo mayor en la vida (…) creo que tiene un futuro brillante”, señaló.
Adipour, quien sumó al proyecto a su novia, Bonnie Culpepper, es el creador de la iniciativa Make DC Smile (Hacer sonreír a Washington) mediante un cartel que exhibe en la vía pública increpando los lunes a todo el que pase y ame a alguien a que haga sonar la bocina de su automóvil.
El joven dice que el proyecto probablemente le cambió la vida 180 grados cuando empezó a mostrar el cartel en una intersección de mucho tráfico en agosto del año pasado y así lo hizo durante seis meses todos los lunes.
De esa manera, lo que empezó como una especie de experimento social al final del día se transformó en algo mayor, porque según Adipour se dieron cuenta de que al cabo de cinco minutos muchísima gente saludaba, estaban sonriendo, se podía notar la diferencia en el rostro de las personas.
“Ha sido estupendo porque hemos podido compartir este proyecto no solo entre nosotros sino con toda la comunidad, el país y el mundo—dijo—así que ha sido algo muy especial”.
Adipour subrayó que se trata de una de esas cosas que resulta difícil emprender pero que cuando uno las lleva a la práctica experimenta de primera mano el cambio. “Es simplemente una pequeña cosa que va sumando hasta convertirse en algo mayor en la vida (…) creo que tiene un futuro brillante”, señaló.
