Gracias a una pareja de empresarios, los internos en las cárceles de San Quentin, en San Francisco, y la correccional Torres Gemalas, de Los Angeles, reciben entrenamiento sobre tecnología y uso de computadoras sin tener acceso a internet.
El programa educativo empezó en San Quentin, pero se ha expandido debido a la necesidad de los reclusos de prepararse para ingresar a un mercado laboral competitivo cuando abandonen las rejas.
La iniciativa creada por la pareja de esposos Beverly Parenti y Chris Redlitz consiste de un riguroso entrenamiento de seis meses dirigido a reclusos seleccionados sobre todo lo concerniente al diseño y lanzamiento de empresas en línea o tecnológicas con la participación de expertos en tecnología locales que participan como voluntarios.
“Nosotros creemos que cuando estas personas abandonen la cárcel necesitan las herramientas para trabajar en el mundo de alta tecnología e inalámbrico de hoy en día”, dijo Chris Redlitz.
Este programa en sus primero dos años ha graduado a 12 reclusos y ahora tienen otro grupo similar entre ambas prisiones, pero lo más importante, es que cinco de ellos que ya han sido puestos en libertad están trabajando en el sector tecnológico.
Las clases se imparten dos veces por semana y los participantes practican enviando tuits, haciendo una lluvia de ideas sobre compañías y discuten libros de negocios, pero, eso sí, sin estar conectados a internet.
Para tomar sus notas utilizan un procesador de texto o simplemente lápiz y papel.
El programa educativo empezó en San Quentin, pero se ha expandido debido a la necesidad de los reclusos de prepararse para ingresar a un mercado laboral competitivo cuando abandonen las rejas.
La iniciativa creada por la pareja de esposos Beverly Parenti y Chris Redlitz consiste de un riguroso entrenamiento de seis meses dirigido a reclusos seleccionados sobre todo lo concerniente al diseño y lanzamiento de empresas en línea o tecnológicas con la participación de expertos en tecnología locales que participan como voluntarios.
“Nosotros creemos que cuando estas personas abandonen la cárcel necesitan las herramientas para trabajar en el mundo de alta tecnología e inalámbrico de hoy en día”, dijo Chris Redlitz.
Este programa en sus primero dos años ha graduado a 12 reclusos y ahora tienen otro grupo similar entre ambas prisiones, pero lo más importante, es que cinco de ellos que ya han sido puestos en libertad están trabajando en el sector tecnológico.
Las clases se imparten dos veces por semana y los participantes practican enviando tuits, haciendo una lluvia de ideas sobre compañías y discuten libros de negocios, pero, eso sí, sin estar conectados a internet.
Para tomar sus notas utilizan un procesador de texto o simplemente lápiz y papel.