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Israel y palestinos en encrucijada


El presidente palestino, Mahmoud Abbas, muestra la carta de solicitud ante la Asamblea de la ONU.
El presidente palestino, Mahmoud Abbas, muestra la carta de solicitud ante la Asamblea de la ONU.

El pedido en la ONU para conceder a los palestinos el estatus de Estado pasa por alto un asunto crucial: la paz con Israel.

Para el presidente palestino, Mahmoud Abbas, la suerte está echada.

Su discurso ante el pleno de la 66º Asamblea General de Naciones Unidas acompañado por la solicitud formal de que a Palestina se le confiera el estatus de Estado en el seno de la organización mundial fue recibido con aplausos y ovaciones.

El pedido de que a los palestinos se les reconozca ese “derecho irrenunciable” parece haber calado en la conciencia mundial. Aunque en la fórmula siga faltando el elemento clave: un acuerdo de paz con Israel.

El Consejo de Seguridad de la ONU, que tiene que dar el visto bueno a la solicitud, podría posponer su votación durante meses.

Un vocero del partido Fatah del presidente Abbas dijo esta semana en Nueva York que los palestinos estarían en disposición de dar tiempo al máximo organismo de Naciones Unidas para tomar una decisión.

La razón es que tanto Israel como Estados Unidos se oponen, y éste último advirtió que ejercerá su poder de veto como miembro permanente del Consejo. El argumento de ambos es que una paz que ha sido inalcanzable por décadas no debe imponerse sino negociarse.

Tras enfatizar que el apoyo de EE.UU a Israel sigue siendo inquebrantable, el presidente estadounidense, Barack Obama, precisó que “la paz no se logrará mediante declaraciones y resoluciones de Naciones Unidas, porque si el asunto fuera tan sencillo para esta fecha ya hubiese sido resuelto”.

Algunos analistas han hecho notar que si en efecto los palestinos están dispuestos a aguardar estarían dando muestras de que se trata de un compás de espera calculado para darles tiempo de llevar a cabo nuevamente negociaciones de paz con los israelíes, pero esta vez desde posiciones más ventajosas en términos de percepción pública.

De hecho, en una declaración difundida el viernes, el llamado Cuarteto para Oriente Medio, integrado por la ONU, la Unión Europea (UE), Estados Unidos y Rusia dejó en claro que ya tiene un plan para dichas negociaciones.

El plan prevé la reanudación de conversaciones entre las dos partes en el plazo de un mes. Y según dijo el presidente francés, Nicolás Sarkozy, habría que alcanzar un acuerdo sobre fronteras y seguridad antes de seis meses, y a más tardar en un año lograr un acuerdo final.

El proyecto, sin embargo, no ha puesto hasta ahora sobre la mesa ninguna propuesta concreta para dar solución definitiva a los asuntos cruciales que durante décadas han mantenido vivo el conflicto: los bordes limítrofes; el estatus de la ciudad santa de Jerusalén; la suerte de los refugiados palestinos, y el futuro de los asentamientos judíos en Cisjordania.

La declaración del Cuarteto tuvo efecto luego de una reunión entre el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, y el canciller ruso, Sergei Lavrov, quienes llamaron a las dos partes a abstenerse de "acciones provocativas."

La respuesta del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, al pedido del presidente Abbas fue tan explícita como categórica: Israel está preparado para que exista un Estado palestino en Cisjordania, pero no quiere otra Gaza, en alusión a los constantes ataques que fundamentalistas islámicos llevan a cabo desde ese territorio contra poblaciones de Israel.

Los israelíes además destacan que según los acuerdos de Oslo de 1993 había quedado establecido que ninguna de las partes recurriría a la ONU para zanjar el conflicto, sino que lo resolverían mediante negociaciones bilaterales, con lo que queda demostrado –han dicho—que los palestinos reiteradamente optan por la confrontación.

El mayor obstáculo para la paz en la región sigue estando sin duda en la negativa de algunos países de la región y movimientos radicales islámicos en reconocer el derecho a la existencia del Estado de Israel.

Líderes israelíes alegan que en 1992, Israel devolvió a los palestinos el 42 por ciento de Cisjordania y toda la franja de Gaza, sin que hasta el momento los palestinos hayan hecho concesiones.

También aducen que Jerusalén, cuya parte oriental reclaman los palestinos, ha sido la capital del pueblo judío durante 3.000 años, y que mientras que la ciudad es mencionada en la Biblia judeo-cristiana 700 veces, no aparece citada ni una vez en el Corán.

El otro punto insoluble, señalan, es que de acuerdo con la idea que tienen los palestinos de su Estado, Israel tendría que permitir el retorno a su territorio de 4.5 millones de palestinos, en su mayoría descendientes de los refugiados de la década de 1940,

De modo que aún es pronto para saber si la iniciativa palestina ante Naciones Unidas podrá en verdad dar nuevo ímpetu al proceso de paz entre ambas partes. De igual manera todavía es incierto el rumbo que podrían tomar futuras negociaciones de paz.

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