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Influencias del jazz judío-latino


Lockwood, quien se dedica a investigar los orígenes de la música judía, asegura que ésta siempre ha reflejado la cultura en la que vive.
Lockwood, quien se dedica a investigar los orígenes de la música judía, asegura que ésta siempre ha reflejado la cultura en la que vive.

Mezcla de golpes, balanceo de tambores de jazz afro-cubano con tonos judíos de mediados de 1900 en Nueva York, ¿y qué consigues? Jazz latino judío.

Hace un par de semanas el Yoshi's Jazz Club de San Francisco ofrecía un ritmo muy latino para su canción de apertura, una pachanga cubana-colombiana.

Pero el lenguaje no era español; era hebreo. La canción proviene del teatro judía de Nueva York, alrededor de 1928.

Extraña mezcla

¿Cómo sucedió esta extraña mezcla de jazz latino-judío? Antes de nada, como músico neoyorkino, Jeremy Lockwood explica que la música judía de los primeros años del siglo XX no era simplemente música judía.

“No hay duda de que las canciones folclóricas judías estaban fuertemente influenciadas por la música popular”, dice.

Lockwood, quien se dedica a investigar los orígenes de la música judía, asegura que ésta siempre ha reflejado la cultura en la que vive.

“Eso es exactamente lo que la música judía es. No hay nunca un periodo en el que se cree música judía pura, excepto si vuelves 2.000 años al pasado o algo así”.

Así, la música popular judía de los años treinta se asemeja a la música popular americana de ese tiempo. Si se mira la canción ‘Bei Mir Bist Du Schoen’, es eso lo que significa. ‘To Me, You're Beautiful’, escrita por el compositor judío Sholom Secunda para el teatro judío, se hizo famosa por los Andrews Sisters, quienes eran judíos ortodoxos.

Música judío-latina

El salto a la música judío-latina comenzó en Cuba antes de la revolución de 1959, cuando la isla era un paraíso para las vacaciones de los estadounidenses pudientes de la costa este.

“La gente judía tenía los medios suficientes par air a la Habana de vacaciones y aprender el cha-cha-cha y el mambo”, explica la leyenda de salsa latina, Larry Harlow. Criado en una judería en el Nueva York de los cuarenta, Harlow estaba fascinado con la música latina que escuchaba saliendo de los bares de la ciudad. Más tarde viajaría a Cuba para aprender de los grandes salseros.

A su vuelta a Estados Unidos, como muchos otros músicos latinos, tocaba donde podía, incluyendo complejos hoteleros en las montañas Catskill, el cálido lugar de refugio para los judíos de Nueva York.

Una vez que se había introducido en el ritmo de las rumbas, el mambo y la salsa, comenzaron a comprar discos latinos, incluyendo ‘Mazel Tov, Mis Amigos’, de 1961.

“Tocábamos rumba, como la rumba de la playa de Miami, algo así, pero no tocábamos ningún tipo de música judía”, dice Harlow.

Alguien pensó que un álbum de música judío-latina podría venderse bien. Primero llegaron las grabación ‘Bagels and Bongos’, de Irving Fields. Y entonces, en 1961, llegó ‘Mazel Tov, Mis Amigos’.

Mezcolanza de influencias

El músico de jazz latino Arturo O’Farrill, que nació en México pero se crió en Nueva York, asegura que la música judío-latina no tendría ningún sentido se no hubiera habido una correspondencia real entre la música de esos dos estilos.

“Hay multitud de similaridades en términos de modos, escalas y ritmos. El alegre ritmo está muy cerca en relación con el ritmo de negra con puntillo, que es tan frecuente en toda la música latina”, señala O’Farrill

Esto trae de vuelta la reciente actuación en el Yoshi's Jazz Club. O’Farrill ha estado tan intrigado por esta fusión judío-latina en la música que reunió a una banda en el Yoshi's para reconfigurar las canciones desde el clásico ‘Mazel Tov, Mis Amigos’ de 1961.

“¿Qué es cultura judía?”, pregunta O’Farrill. “La cultura judía es una mezcolanza de influencias del mundo. ¿Qué es la música? Es exactamente lo mismo”.

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