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Sanciones a Irán y el dilema del petróleo


El alto precio de la gasolina tiene contra la pared a los estadounidenses.
El alto precio de la gasolina tiene contra la pared a los estadounidenses.

La amenaza nuclear iraní tiene al mundo en vilo pero las sanciones contra Teherán han destapado otro demonio, el de la seguridad energética.

Las sanciones contra el régimen de Teherán en busca de frenar su programa nuclear, el embargo al petróleo iraní anunciado por la Unión Europea (UE) y las especulaciones sobre un posible ataque de Israel a instalaciones atómicas de Irán han contribuido a disparar más el precio de los combustibles, que desde hace meses tiene en jaque a la recuperación económica mundial.

La producción de los 12 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) subió en marzo a su nivel más elevado desde fines de 2008, debido a un mayor suministro de Irak y la creciente normalización de la extracción petrolera en Libia.

Pero con todo, la inquietud generada por la disminución de las exportaciones de Irán, el segundo mayor productor de la OPEP, ha hecho que los precios del barril se dispararan este año 15 por ciento, y en adición, interrupciones de la producción en el sur de Sudán, Siria, Yemen, Nigeria y el Mar del Norte han hecho caer también los suministros al mercado.

El presidente de EE.UU., Barack Obama, decidió el viernes que a pesar de todo hay suficiente petróleo en los mercados internacionales para seguir adelante con el plan de que varios países recorten sus importaciones de Irán, lo que deja libre las manos a Washington para sancionar a las naciones que sigan comprando crudo iraní.

La decisión responde a una ley promulgada por Obama en diciembre pasado y que prevé sancionar a las instituciones financieras extranjeras que hagan transacciones con el Banco Central iraní, que maneja el comercio del petróleo exportado por la República Islámica.

El anuncio del presidente puso sobre aviso a los países que siguen comprando petróleo o derivados a Irán de que tienen tres meses, hasta el 28 de junio, para reducir significativamente esas compras o exponerse a severas sanciones contra sus instituciones financieras.

La amenaza del programa nuclear iraní para la seguridad mundial y el negativo efecto sobre la economía global de la subida del petróleo, que este año ha llegado a exceder los 128 dólares el barril, estuvieron entre los asuntos discutidos el viernes en Riad por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, con el rey Abdulá de Arabia Saudita.

Estados Unidos y otras economías del mundo, grandes consumidoras de petróleo, temen que Arabia Saudita, primer productor de la OPEP, reduzca sus suministros de crudo en caso de que ellos decidan liberar sus respectivas reservas estratégicas de combustible para quitar presión a los mercados y forzar el precio a la baja. La Casa Blanca ha dicho que por ahora ésta es una opción, aunque aún no se ha tomado una decisión definitiva.

Francia y Gran Bretaña estarían en línea con esa política, pero la Agencia Internacional de Energía (AIE), que se encarga de asesorar a los países desarrollados en materia petrolera, considera que las reservas sólo deben usarse cuando haya una disminución efectiva de los suministros mundiales y no como un instrumento para deprimir el precio del barril.

Sin embargo, según las propias previsiones de la AIE, si el barril no cede y los precios se mantienen como están, los grandes consumidores de petróleo terminarían pagando este año la cantidad récord de $2 billones de dólares por sus importaciones de crudo. EE.UU. tendría que gastar unos $46.000 millones de dólares más, y los países de la UE unos $30.000 millones. Tal panorama sería devastador para la recuperación económica mundial.
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