La legislación, impulsada por el gobernador Rick Perry, contó con el ardiente respaldo de la mayoría republicana que controla la legislatura estatal y el rechazo también apasionado de los demócratas.
De ser promulgada la ley, prohibiría los abortos luego de las 20 semanas de embarazo, y según sus detractores en la práctica les impediría además operar a las clínicas que los practican.
Los debates en torno al proyecto desataron una encendida controversia de lado y lado e incluso los esfuerzos demócratas por impedir la votación fueron seguidos por más de 180 mil personas a través de Twitter y otros medios sociales.
La medida aprobada por el Senado es rechazada por muchos médicos, incluidos los líderes del Congreso Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, y la Asociación Médica de Texas.
Más de dos mil defensores del aborto se dieron cita en el Capitolio para oponerse al proyecto de ley y los demócratas han augurado que éste es solo el inicio de su gran batalla contra la medida.