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Donde hay fútbol hay fiesta


La fiesta del fútbol no merece ninguna explicación, sino simplemente vivirla.
La fiesta del fútbol no merece ninguna explicación, sino simplemente vivirla.

Todos tenemos a nuestro alrededor aquellos que cada día se levantan contando que ya queda un día menos hasta el 11 de junio.

Confieso mi ignorancia sobre muchas cosas, pero en especial sobre la psicología humana y otras ciencias ocultas. Así que apuesto a que esa propia ignorancia, me disculpe y sirva de única y conclusiva absolución, para mi absoluta incapacidad de poder explicar de qué se trata la Fiesta del Fútbol.

Aclaro además, que ya han intentado explicármelo unas miles de veces, sin ningún resultado aparente.

Sin embargo admito que sobre todo, captura mi curiosidad la transformación por la que pasan aquellos a los que durante los últimos tres años, no le ha interesado casi nada de lo que pasa alrededor, y de pronto, fiebre del Mundial mediante, se convierten en expertos en diferencias horarias con África y conocen cada sede y cada estadio, mejor que su casa.

Es que, definitivamente todos tenemos a nuestro alrededor algunos de aquellos que cada día se levantan contando que ya queda un día menos hasta el 11 de junio, cuando en Johannesburgo, que por supuesto ahora saben que es la ciudad más poblada de Sudáfrica con más de 7 millones de habitantes, la selección local se enfrente a México en el partido inaugural de la Copa del Mundo 2010.

En este punto es cuando ya se debe hablar de la Fiesta del Fútbol. Donde miles viajarán de todas las formas posibles y hasta imposibles para llegar al extremo más sur del continente africano, y dormirán donde puedan, siempre y cuando el calendario lo permita. Lo mismo que harán, supongo que por solidaridad, otros millones de futboleros en todo el mundo, mientras se aprenderán casi por osmosis, la integración de las 32 selecciones y pronunciaran nombres hasta en coreano.

La misma fiesta a la que nos invitarán los comerciales de televisión donde las principales gaseosas del mundo nos hablarán del sueño imposible o Unicef nos recordará que también debemos ver más allá de la fama de las estrellas. La fiesta que no será tan alegre para la esposa del amigo que tiene la televisión de 32 pulgadas, de la que pensó que nos habíamos olvidado.

La misma fiesta del fútbol, donde la gente consumirá horas y horas de futbol frente al televisor, y que aunque en Caracas falte la energía eléctrica, todavía se está por ver quien será el candidato que a tres meses de las elecciones parlamentarias, le dirá a los venezolanos que no pueden ver los partidos, porque hay que ahorrar.

O será también por aquello de que hasta el día antes de que empiece la Copa, todos podemos ser campeones del Mundo, pero después de la primera ronda, cuando ya los primeros eliminados comienzan a regresar, se comenzará a hablar de amaños a favor de los de siempre y de que todo fue culpa del juez o de aquella pelota que por poco se fue afuera.

En fin, admito que definitivamente debe ser mi ignorancia. O quizás, sea que la Fiesta del Fútbol es todo eso y también mucho más, y que después de todo, no merezca ninguna explicación, sino simplemente vivirla.

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