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A la deriva refugiados cubanos en España


Prisioneros políticos cubanos acogidos por España en 2010.
Prisioneros políticos cubanos acogidos por España en 2010.

El actual gobierno de España, del presidente Mariano Rajoy del PP, mira a los disidentes como una incómoda herencia del PSOE.

El suicidio del exiliado cubano Alberto Santiago Du Bouchet, el pasado 4 de abril de 2012, en España, ha conmocionado a la comunidad de cubanos que hace poco daba gracias por haber llegado a tierras españolas.

Du Bouchet, antiguo director de la agencia cubana independiente Habana Press, había llegado a España en abril de 2011 junto a su mujer y dos hijos y su intención era la de mudarse próximamente a Estados Unidos, ha explicado su esposa, Ana Iris Medina,
pero canceló el viaje tras no recibir en marzo la ayuda del programa destinado a la reinserción.


Desde el 2010 llegaron a España unos 115 presos cubanos favorecidos en 2010, por una operación humanitaria montada por el gobierno socialista español, trabajado con la mediación de la iglesia católica, que consiguió liberarlos a condición de que abandonaran la isla.

Junto a ellos llegaron también unos 650 familiares, quienes fueron recibidos entre la atención mediática. Firmaron un convenio por el que el gobierno español correría con su manutención un año, con posibilidad de unos meses más y vivieron inicialmente en hoteles de tres estrellas. Ahora el convenio ha expirado y se encuentran sin recursos.

El periódico español El País reporta que el actual gobierno del PP mira a los disidentes como una incómoda herencia del PSOE. Los cubanos pasan ahora a ser como cualquier inmigrante desempleado más. “Pero no somos inmigrantes normales”, asegura Arturo Suárez a El País.

“Primero, que nos trajeron ellos, somos refugiados políticos; y después, que yo he estado en la cárcel casi 24 años: para mí no es fácil encontrar un empleo”. Arturo cuenta que cuando llegó a España ni siquiera había visto un teléfono móvil. “No sabía ni pedir un café, me costaba relacionarme: no nos pueden trasplantar aquí y olvidarse de nosotros”.

Los cubanos y los españoles debaten hasta qué punto el suicidio de Du Bouchet tuvo que ver con las dificultades económicas a las que se enfrentan o con la dificultad de adaptarse a una vida completamente diferente. En todo caso, dicen tener miedo.

En España quedan sólo unas 20 familias de aquellos disidentes originales. Muchos de los que llegaron ya han emigrado a los Estados Unidos, donde tenían parientes. A medida que las ayudas han acabado (el alquiler, más unos 180 euros por persona), se han ido reagrupando en las viviendas de los que aún sobreviven de la fianza de su apartamento.

“Yo sé que no se nos puede mantener con subsidios”, dice Diosris Santana, que lleva 10 días comiendo unos espaguetis que le regalaron junto a cinco compañeros de piso.

“Queremos trabajar para justificar esas ayudas: como barrenderos o en lo que sea. O que nos envíen a otro país para emplearnos”. Muchos de ellos son obreros, pero también hay médicos o historiadores. Una de sus quejas es que aún no les han homologado sus diplomas, ni los de secundaria.

"Queremos trabajar en lo que sea para poder justificar nuestros subsidios", termina diciendo.
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