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Los cubanos se asfixian entre dos monedas


Una empleada de banco en La Habana cuenta pesos convertibles (CUC).
Una empleada de banco en La Habana cuenta pesos convertibles (CUC).

La circulación oficial de dos pesos en Cuba, uno sumamente devaluado y otro equivalente al dólar, ha originado en la isla agudas distorsiones sociales y económicas.

El sistema de dos monedas vigente en Cuba desde hace casi dos décadas ha obligado a los habitantes de la isla a sobrevivir en medio de distorsiones económicas y sociales no vistas en otros países, pero esa pesadilla podría estar próxima a terminar.

Desde que fue puesta en práctica esa política en 1994, la población percibe sus salarios en pesos, que al cambio cada uno equivale a $24 dólares, mientras algunos pocos cubanos que reciben divisas de sus familiares en el extranjero y los turistas hacen sus transacciones en pesos convertibles (CUC) de igual valor al dólar.

La distorsión, paradójica bajo un gobierno que presume de fomentar el igualitarismo, existe desde que la isla perdió los multimillonarios subsidios que recibía de la antigua Unión Soviética.

El gobierno cubano se vio forzado a abrir el país al turismo extranjero pero se propuso aislar a la población de las “desviaciones” del capitalismo, y creó una segunda moneda para impedir la libre circulación del dólar en la isla y mantenerlo bajo control estatal.

En julio último, incluso el presidente de Cuba, Raúl Castro, dijo públicamente que la doble moneda “es uno de los obstáculos más importantes para el progreso de la nación”.

Como parte de las reformas económicas recién puestas en vigor por Castro, un execonomista del Banco Central cubano, Pavel Vidal, profesor en la Universidad Javeriana de Colombia, dijo a la AP que en la isla ya se ensaya un programa piloto con algunas empresas estatales a fin de eliminar “gradualmente” la doble moneda.

La existencia paralela de un peso corriente y otro convertible ha originado una deformada escala adquisitiva en Cuba en la que los profesionales ganan menos que los empleados de hoteles con acceso a propinas y otros trabajadores de servicio al turismo, lo que explica por qué los médicos, por ejemplo, prefieren trabajar como taxistas.
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