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En Cleveland el que no corre vuela


Los preparativos de seguridad son intensos y se sienten desde la llegada al aeropuerto de la ciudad. [Foto: Celia Mendoza, VOA]
Los preparativos de seguridad son intensos y se sienten desde la llegada al aeropuerto de la ciudad. [Foto: Celia Mendoza, VOA]

Por semanas se habló de la seguridad en las convenciones, pero basta con pisar el aeropuerto para ver y oler la realidad.

La seguridad en Cleveland es tan densa que la cortas con un cuchillo.

Hay de todo. Los perros policías, los guantes de látex conque te tocan, las ametralladoras a solo metros de distancia, los hombres gigantes del Servicio Secreto mirándote impasibles a través de sus lentes oscuros.

Y esas Suburban nuevas, negras, activando sus luces azules y rojas, atravesándose en la calle, protegiendo a senadores y delegados. Cleveland es una ciudad sitiada. Una insoportable tensión esparcida en la plácida e histórica ciudad junto al majestuoso e infinito lago Erie.

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Hueles la seguridad, como la pólvora, desde que te bajas del avión. Ese olor que te crispa el cuerpo.

Llegó el Uber y navegó espléndidamente por una ciudad, tomada por las fueras de seguridad.

Ellos no engañan a nadie. El hombre en jeans y polo azul es un agente encubierto. Sus músculos lo delatan y sus ojos intensos escudriñando panorámicamente. Se delatan solos.

Me dicen que la seguridad se debe al intento por prevenir choques entre simpatizantes y personas que literalmente odian a Donald Trump.

Algunos analistas, de esos que te encuentras esperando las maletas o en medio de un café, prevén manifestaciones, marchas y encarcelamientos.

Solo algo es seguro en Cleveland: las cosas no son como parecen y estamos acá para ser testigos de la historia. De Lincoln a Trump.

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