La noticia de la ejecución del paquistaní Mir Aimal Kasi por la muerte de dos empleados de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, vistió de luto, este viernes, a su pueblo natal de Quetta, en en suroeste de Paquistán.
La mayoría de las tiendas cerraron y hubo poco tráfico vehicular. Las autoridades empalzaron un contigente adicional de policías y paramilitares en caso de que surgan disturbios en la capital de la provincia de Baluchistán, donde la familia Kasi goza de gran influencia y es altamente respetada.
Decenas de policías fueron apostados frente a la residencia de la familia Kasi, en el centro de la ciudad, mientras que cientos de dolientes entraban al lugar para expresar sus condolencias.
La familia Kasi pidió a la población que mantuviera la calma, y que el último deseo de su hijo fue que no hubiera violencia en su nombre.