Siete personas murieron en un autobús israelí cuando un palestino se suicidó haciendo estallar una bomba que portaba. Cuatro de las víctimas eran soldados israelíes.
Las autoridades informan que otras 30 personas resultaron heridas, la mayoría israelíes de origen árabe. La facción Jihad se responsabilizó por el atentado.
La Autoridad Palestina condenó el incidente, e indicó que deben suspenderse los ataques contra civiles.
Por su parte el primer ministro israelí Ariel Sharon señaló que este ataque muestra que Yasser Arafat no ha renunciado a lo que calificó como “política del terror”.
A pesar del incidente, funcionarios de seguridad palestinos e isrealés se reunirán hoy con el enviado especial estadounidense Anthony Zinni.